Juli, no teme a las alturas



En un pequeño pueblo llamado Alturas del Sol, vivía una niña llamada Juli, conocida por su valentía y curiosidad. Mientras que la mayoría de los niños del pueblo temían las alturas, a Juli le encantaba escalar. Un día, su maestra, la Sra. Gómez, anunció un concurso de escalada en el monte cercano. Todos los niños murmullaron nerviosos, pero Juli brilló de emoción.

"¡Voy a participar!" - exclamó Juli, llenando de esperanzas su corazón.

Los días pasaron y la noticia del concurso se esparció. Sus amigos, Mateo, Lucrecia y Tomás, comenzaron a dudar.

"No creo que podamos hacerlo, Juli. Es muy alto y peligroso..." - dijo Mateo, temblando ligeramente.

"¿Pero no sería increíble llegar a la cima?" - respondió Juli con su inquebrantable optimismo.

Con el tiempo, Juli fue convenciendo a sus amigos de que participaran.

"Vamos, ¡podemos entrenar juntos!" - los animó.

Así que, una tarde, se subieron a un árbol alto para practicar. Juli alcanzó la cima sin esfuerzo, animando a sus amigos a que lo intenten. Pero, cuando Mateo llegó a la mitad del árbol, se paralizó.

"¡No puedo! ¡Tengo miedo!" - gritó.

"¡Respira hondo y mira hacia arriba! ¡Pensa en lo que hay en la cima! ¡Nosotros estamos aquí para ayudarte!" - le dijo Lucrecia, intentando reconfortarlo.

Luego de unos minutos y con los ánimos de su grupo, Mateo logró llegar hasta la cima del árbol. Todos vitorearon su triunfo.

"¡Lo lograste! ¡Eres increíble!" - exclamó Juli, tomando la mano de Mateo.

Así fue como los días pasaron, con Juli guiando a sus amigos a escalar cada vez más alto, enfrentando sus miedos juntos. Un día, mientras practicaban, se dieron cuenta de que había un ave herida en el suelo. Juli, siendo compasiva, dijo:

"Debemos ayudarla. ¡Vamos a hacer un nido para ella en el árbol!"

Así que se pusieron manos a la obra. Los niños trabajaron en equipo, buscando ramas y hojas hasta que crearon un nido acogedor. Con amor, colocaron la ave herida adentro.

"¡Ahí está! ¡Ahora puede recuperarse!" - dijo Tomás, sonriendo.

Los días pasaron nuevamente y la ave comenzó a recuperarse. Juli y sus amigos la vigilaban con alegría, aprendiendo la importancia de cuidar a los que necesitan ayuda. Finalmente, llegó el día del concurso. Todos los niños se presentaron en el monte, ansiosos y nerviosos. Juli se plantó en la línea de partida con una sonrisa.

"¡Recuerden, se trata de disfrutar y aprender!" - les dijo.

Cuando comenzó la carrera, Juli subió como una flecha. Sus amigos la seguían, cada uno enfrentando sus miedos. Mateo, en especial, recordó el esfuerzo que había hecho con el árbol.

Al llegar a la cima, Juli esperó a sus amigos.

"¡Vengan! ¡Estamos tan cerca!" - gritó con alegría.

Cuando todos llegaron, miraron el paisaje que se extendía a su alrededor. La emoción llenó el aire y los abrazos se hicieron sentir.

"¡Miren qué hermoso es!" - exclamó Lucrecia, maravillada.

La competencia no fue solo una prueba de habilidad, sino de amistad, valentía y trabajo en equipo. La maestra Gómez, al entregarle a Juli la medalla de ganadora, dijo:

"Hoy todos ustedes mostraron que la verdadera victoria se logra cuando nos apoyamos unos a otros. Juli, gracias por inspirar a tus amigos a alcanzar nuevas alturas."

Así, Juli no solo se convirtió en la ganadora del concurso, sino también en la heroína del pueblo. Y desde ese día, todos aprendieron a no dejarse vencer por el miedo, recordando que, juntos, podían alcanzar cualquier cima, incluso las más altas.

Y así fue como el pueblo de Alturas del Sol, inspirados por Juli, se convirtió en el lugar donde el miedo a las alturas se transformó en amor por escalar, siempre apoyándose unos a otros en cada aventura.

Finalmente, en cada rincón del pueblo, las risas y los gritos de alegría resonaban, recordando que, a veces, solo hace falta un poco de valentía y un grupo de amigos para alcanzar las estrellas.

FIN.

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