Júlia y el Misterio del Templo



En un hermoso templo en Vietnam, vivía una princesa llamada Júlia. Este templo, rodeado de frondosos árboles y flores de colores brillantes, era la casa de Júlia y sus papás, Belén y Ramón. Aunque era una vida rodeada de belleza, Júlia siempre deseaba explorar el mundo más allá de las paredes del templo.

Un día, mientras caminaba por el jardín, encontró una tortuga mágica llamada Tumo. Con su caparazón reluciente y ojos llenos de sabiduría, Tumo le dijo:

"Princesa Júlia, he visto tus deseos de aventura. Si realmente quieres explorar, necesitarás la ayuda de un hada."

Júlia, emocionada, le preguntó:

"¿Dónde puedo encontrarla, Tumo?"

"En el Bosque de los Susurros, más allá del río. Ahí vive la hada Lira, y ella puede ayudarte."

Guiada por Tumo, Júlia se adentró en el bosque. Después de un rato, encontró a Lira, quien danzaba entre los árboles con sus alas brillantes.

"¡Hola, Júlia! Te estaba esperando. He sentido tu anhelo de aventura. Pero antes de continuar, debes enfrentar a un brujo que guarda el camino hacia lo desconocido."

"¿Un brujo? ¡Eso suena aterrador! ¿Qué tengo que hacer?"

"No temas. La astucia es la clave. Debes resolver tres acertijos que él te planteará."

Como JÚlia estaba decidida a seguir adelante, Lira le entregó una pequeña piedra mágica que brillaba con luz propia.

"Esta piedra te protegerá de cualquier mal si mantienes tu corazón puro."

Al llegar al claro donde vivía el brujo Furi, Júlia se sintió nerviosa. Este brujo tenía la apariencia de un anciano con una larga barba gris y una mirada profunda que parecía leer el alma.

"¿Has venido a desafiarme, joven princesita?"

"No, solo quiero pasar y descubrir el mundo más allá del templo."

Furi soltó una risa estruendosa.

"Si quieres cruzar, debes responder mis acertijos. Si fallas, quedarás atrapada aquí."

"Acepto el reto."

El primer acertijo fue:

"¿Qué es lo que no se puede tocar, pero puede romperse?"

Júlia pensó un poco antes de responder:

"¡Es la confianza!"

"Correcto," dijo el brujo con sorpresa.

El segundo acertijo fue:

"¿Qué tiene cuatro patas por la mañana, dos patas por la tarde y tres patas por la noche?"

Júlia sonrió, recordando la respuesta de su papá:

"¡Es el ser humano!"

"Impresionante," dijo Furi, sintiéndose cada vez más intrigado.

Finalmente, llegó el tercer acertijo:

"Si llevo un buey y un bogavante al mercado, ¿cuánto pesa el bogavante?"

Júlia se quedó mirando, algo confundida.

"¿Hay algo especial acerca del bogavante?"

Furi sonrió.

"La respuesta no está en el peso físico, sino en el valor que le das a las cosas. ¿Qué valor le das a lo que llevas?"

"Le doy valor a lo que puedo aprender de ellos. Cada uno tiene su historia."

"Muy bien, me sorprendes, princesa."

Con un gesto de la mano, el brujo levantó las barreras y dejó a Júlia pasar.

"Has demostrado ser muy astuta. No olvides que el verdadero valor está en cómo vemos el mundo."

Júlia, agradecida, siguió su camino. Después de una larga jornada junto a Tumo y Lira, había aprendido algo muy valioso: la sabiduría abunda en cada rincón del mundo, incluso en cada criatura que conocía. Con cada paso, se adentraba más en el misterioso mundo y se ofrecía la oportunidad de hacer nuevos amigos.

Al final de su aventura, Júlia decidió regresar al templo, no sin antes prometer buscar más aventuras en el futuro. Sabía que aunque su hogar era especial, el mundo también ofrecía diversas formas de aprender y crecer. Y así, Júlia se convirtió en una princesa valiente y sabia, lista para conquistar el mundo con su curiosidad y cariño por los demás.

Y cada vez que miraba al cielo estrellado, supo que su aventura apenas comenzaba.

FIN.

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