Julia y la fiesta del corazón
Había una vez una niña llamada Julia, que era muy alta para su edad. Tenía el pelo castaño y los ojos brillantes como estrellas. Julia era una niña curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, Julia se dio cuenta de que el cumpleaños de su mamá Malvi estaba cerca.
¡Y qué mejor manera de celebrarlo que con una fiesta sorpresa! Julia sabía que a su mamá le encantaban las sorpresas, así que decidió organizar la mejor fiesta de cumpleaños que pudiera imaginar. Julia se puso manos a la obra. Buscó en internet ideas para decorar la casa y preparar deliciosos bocadillos. También pensó en juegos divertidos para todos los invitados.
Pero había un pequeño problema: no tenía dinero para comprar todo lo necesario. Decidida a conseguirlo, Julia fue al parque cercano y se ofreció a hacer tareas para ganar dinero extra.
Limpió jardines, paseó perros e incluso ayudó a algunos vecinos mayores con sus compras. Poco a poco, fue ahorrando lo suficiente para comprar todo lo necesario para la fiesta. El día del cumpleaños de Malvi llegó finalmente. La casa estaba llena de globos coloridos y guirnaldas brillantes.
Los amigos de Malvi habían llegado temprano para ayudar a Julia con los preparativos finales. Cuando Mamá Malvi entró en la sala decorada, todos gritaron "¡Sorpresa!".
Su cara se iluminó con una enorme sonrisa mientras abrazaba emocionada a su hija. - ¡Oh mi querida Julia! ¡No puedo creer que hayas organizado esta hermosa fiesta sorpresa para mí! - exclamó Mamá Malvi, emocionada. - ¡Feliz cumpleaños, mamá! Te lo mereces todo y más.
Quería hacer algo especial para ti porque eres la mejor mamá del mundo - dijo Julia con una sonrisa. La fiesta fue un éxito. Todos disfrutaron de la música, los juegos y los deliciosos bocadillos preparados por Julia.
Incluso hubo un momento en el que todos se pusieron a bailar y reír juntos. Después de la fiesta, Mamá Malvi abrazó a Julia y le susurró al oído:- Mi querida Julia, esta ha sido la mejor sorpresa que he tenido en mucho tiempo.
Me siento muy afortunada de tenerte como hija. Has demostrado que con esfuerzo y dedicación podemos lograr cualquier cosa. Julia sonrió y abrazó fuertemente a su mamá. - Te quiero mucho, mamá. Siempre estaré aquí para ti.
Y así, Julia aprendió una valiosa lección: no importaba cuán alta fuera o cuánto dinero tuviera, lo importante era el amor y el esfuerzo que ponía en cada cosa que hacía.
Desde aquel día, siempre buscó maneras de hacer felices a los demás con pequeños gestos llenos de amor y amistad. Fin.
FIN.