Julian y el Bosque Mágico



Era un día soleado y Julian, un chico de 10 años, había salido a jugar al bosque cercano a su casa. Le encantaba explorar y escuchar los cantos de los pájaros, pero de repente, mientras corría tras una mariposa de colores brillantes, se dio cuenta de que se había alejado demasiado y ya no sabía cómo volver. Miró a su alrededor y vio árboles altos que parecían susurrar secretos.

"¿Dónde estoy?" - se preguntó, comenzando a sentir un ligero miedo.

Recordó que en su clase de sociales, la maestra Clara les había enseñado sobre los puntos cardinales. Se concentró un momento y comenzó a recordar: "Norte, Sur, Este y Oeste. Si logro saber en qué dirección debo ir, podré regresar a casa."

Julian se giró y trató de observar el sol, que brillaba en el cielo. Recordando lo que había aprendido, recordó que el sol sale por el Este y se pone por el Oeste. Entonces, miró hacia donde el sol brillaba más alto.

"Si el sol está al mediodía, y yo quiero volver a casa, tal vez deba ir un poco hacia el Oeste. ¡Eso es!" - se dijo, decididamente.

Comenzó a caminar, pero a los pocos minutos se encontró con un pequeño arroyo. El agua corría alegremente, pero no sabía si debía cruzarlo.

"¿Qué hago ahora?" - se preguntó en voz alta. Un pequeño sapo escuchó su dilema y le respondió:

"¡Ribbit! Si quieres volver a casa, aprender a nadar no te ayudará. ¡Pero quizás podrías seguir el arroyo!"

"¡Eso es!" - exclamó Julian. Siguió el curso del agua, pensando que tal vez lo llevaría a un lugar conocido. Después de un rato, el arroyo se hizo más ancho y se encontró con un grupo de patos que nadaban alegremente.

"¿Hola, patos! ¿Saben cómo llegar a casa?" - les preguntó con la esperanza de tener una respuesta.

Los patos lo miraron con curiosidad y uno de ellos quackeó:

"Estamos siguiendo al arroyo, él siempre sabe adónde va. ¿Por qué no vienes con nosotros?"

Julian sintió que era una buena idea y decidió seguir a sus nuevos amigos. Mientras caminaban, el arroyo pasó por un área llena de flores coloridas y árboles frutales. Todos los animales que encontraba le daban consejos sobre cómo seguir adelante.

"Escucha a los árboles. Ellos han visto muchos veranos. Ellos te dirán que el camino de regreso es hacia el Norte", le susurró un viejo roble.

"Gracias, árbol sabio. ¡Voy hacia el Norte!" - dijo Julian, lleno de emoción. Sin embargo, justo cuando empezó a caminar, escuchó un suave lamento. Era un pequeño conejo atrapado en un arbusto.

"Oh no, ¡ayúdame!" - dijo el conejo con voz temblorosa.

"Espera, no puedo dejarte aquí solo. ¡Te ayudaré!" - dijo Julian, quien al recordar lo que había aprendido acerca de ayudar a los demás, se acercó al conejo y comenzó a desenredarlo con mucho cuidado.

"¡Gracias! No sé qué haría sin ti", dijo el conejo al quedar libre. "Soy Pipo, el conejo. Te ayudaré a encontrar el camino a casa."

Julian sonrió agradecido y juntos siguieron el camino hacia el Norte. Pipo le iba contando historias sobre el bosque y lo que había aprendido de los puntos cardinales, lo que mantenía a Julian entretenido y con más valor.

De repente, comenzaron a escuchar ruidos de gente. Julian se detuvo, con el corazón latiendo fuerte.

"¿Escuchaste eso?" - preguntó.

"Sí, parece que hay personas cerca. ¡Vamos!" - dijo Pipo emocionado.

Siguiendo el sonido de las voces, llegaron a un claro donde un grupo de excursionistas estaba haciendo un picnic. La alegría llenó el rostro de Julian y, con una gran sonrisa, se acercó a ellos:

"¡Hola! ¡Me he perdido!"

Los excursionistas, preocupados y amables, se acercaron. Uno de ellos se agachó y le dijo:

"No te preocupes, chico. Nos encontraremos con tus padres. ¿Cómo llegada aquí?"

"Seguí el arroyo y algunos amigos me ayudaron, un sapo y un conejo... ¡Y aprendí sobre los puntos cardinales!" - exclamó.

Y así, gracias a su conocimiento y a la amabilidad de los animales, Julian no solo había aprendido a volver a casa, sino también la importancia de ayudar a otros y trabajar en equipo. Cuando llegó a casa, su madre lo abrazó fuertemente.

"Me alegra que estés aquí, Julian. Nunca más te alejes demasiado."

"Lo prometo, mamá. Y ahora sé cómo volver, gracias a la maestra Clara y a mis amigos del bosque." - respondió con una sonrisa en su rostro, sabiendo que había vivido una aventura inolvidable.

FIN.

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