Juliana y el Color de la Amistad
Juliana era una niña de nueve años que vivía en un pequeño pueblo rodeado de majestuosas montañas y ríos que brillaban al sol. Desde que podía recordar, su mayor pasión era el dibujo y la pintura. Cada día, después de la escuela, se sentaba en el jardín de su casa con un cuaderno y un set de acuarelas, capturando la belleza de su entorno.
Una tarde de primavera, mientras Juliana pintaba un arcoíris que se formaba tras una lluvia ligera, escuchó un ruido detrás de ella. Al voltear, vio a una nueva vecina, una niña de su edad, observando con curiosidad.
"Hola, soy Juliana. ¿Te gusta pintar?" - le preguntó con una gran sonrisa.
"Hola, soy Sofía. Nunca he pintado, pero me encantaría aprender" - respondió tímidamente Sofía.
Esa tarde fue especial. Juliana decidió invitar a Sofía a pintar con ella todos los días después de la escuela. Así comenzaron a compartir risas, historias y, por supuesto, muchos colores. Sofía era muy entusiasta, pero tenía una pequeña dificultad: se ponía muy nerviosa al intentar dibujar cosas que no le salían como esperaba.
Cuando un día Sofía se frustró al intentar dibujar un árbol, Juliana se acercó y le dijo: "Sofía, no importa si tu árbol no se parece al de mi pintura. ¡Lo importante es que tú lo crees!"
"Pero a veces no sé cómo hacerlo" - se quejó Sofía.
Entonces, Juliana tuvo una idea. "¡Hagamos un juego! Cada una dibujará el árbol más loco que se le ocurra. No es necesario que se parezca a uno real. ¡Solo divirtámonos!"
Ambas comenzaron a pintar árboles de colores imposibles: azul, rosa y hasta morado. Se reían mientras sus pinceles danzaban sobre el papel, creando un bosque fantástico. Al final del día, se sintieron orgullosas de su trabajo.
Días después, el maestro de arte del colegio, el Sr. López, anunció un concurso de pintura para toda la escuela. El tema era “El Lugar de Mis Sueños”. Juliana y Sofía se miraron emocionadas.
"Debemos participar juntas. ¡Podemos hacer algo increíble!" - propuso Juliana.
"Sí, pero ¿tú crees que a la gente le gustará lo que hagamos?" - dudó Sofía.
"No se trata de lo que a los demás les guste. Se trata de lo que nos hace sentir bien a nosotras" - dijo Juliana, inspirando confianza a su amiga.
Y así, trabajaron durante semanas en su pintura. Juliana pintaba el cielo colorido, mientras que Sofía se encargaba de añadir los árboles más locos que habían imaginado. Sus risas llenaban el aire mientras creaban su propia representación del lugar de sus sueños.
El día del concurso, el aula se llenó de colores y fantasía. Cuando llegó el momento de presentar su obra, ambas subieron al escenario con nervios pero entusiasmadas.
"Nuestra pintura se llama 'El Jardín de los Sueños' y es un lugar donde la amistad y la creatividad no tienen límites" - explicó Juliana.
"Y cada árbol tiene su propio color porque cada uno de nuestros sueños es único. ¡Nunca hay que rendirse!" - añadió Sofía con una gran sonrisa.
Cuando el jurado anunció los ganadores, Juliana y Sofía sintieron mariposas en el estómago.
"El primer lugar es para Juliana y Sofía con su obra ‘El Jardín de los Sueños’" - anunció el Sr. López.
Ambas niñas gritaron de alegría, abrazándose fuertemente.
"¡Lo hicimos!" - exclamó Sofía, aún incrédula.
"¡Es gracias a nuestra amistad y a no rendirnos!" - respondió Juliana.
Desde aquel día, supieron que el arte no solo era una forma de expresión, sino también un vínculo que unía a las personas. A partir de ahí, Juliana y Sofía siguieron creando juntas, apoyándose en cada obra y en cada reto, aprendiendo a disfrutar del proceso más allá de los resultados.
Y así, entre risas y colores, Juliana y Sofía comprendieron que la verdadera magia del arte radica en compartirlo con aquellos que amas. En su pequeño pueblo, rodeadas de montañas, descubrieron el valor de la amistad y el infinito universo de la creatividad.
Y cada vez que veían un árbol, ya no solo veían un árbol, sino un sinfín de posibilidades y sueños por explorar, juntos.
FIN.