Juliana y el Misterio de la Higiene en el Siglo XVII
Había una vez en la hermosa ciudad de París, en el siglo XVII, una niña llamada Juliana. Juliana era una chica curiosa y valiente que siempre tenía preguntas sobre el mundo que la rodeaba. En su ciudad, la vida no era fácil: la gente vivía en condiciones muy insalubres, y la peste parecía estar siempre al acecho.
Una mañana, mientras Juliana estaba sentada en la mesa de su casa con su madre, escuchó un rumor sobre una curiosa feria que se estaba organizando en la plaza de la ciudad.
"Mama, ¿podemos ir a la feria? - preguntó Juliana emocionada. - Escuché que habrá juegos y dulces deliciosos."
"Hmm, sí, pero recuerda cuán importante es mantenerse limpia y tener buenos hábitos, Juliana. La gente en estas ferias suele olvidar eso. - dijo su madre, mientras secaba los platos. - Recuerda que debemos lavarnos las manos antes de comer y después de jugar."
Juliana asintió, pero en su mente tenía una idea brillante. Decidió que iba a dar una charla sobre la higiene en la feria para ayudar a sus amigos a entender lo importante que era cuidarse. Cuando llegó a la feria, estaba llena de risas, colores y deliciosos olores.
"¡Hola, Juliana! - gritó su amigo Pierre, mientras corría hacia ella. - ¿Te gusta la feria?"
"¡Me encanta, Pierre! Pero tengo una idea aún mejor... ¡voy a hablar sobre la higiene y cómo mantenernos saludables!"
Pierre se rió. "¿Esa es tu idea? Nadie quiere escuchar sobre eso en una feria, ¡quieren divertirse!"
Sin embargo, Juliana estaba decidida. Encontró un pequeño escenario en el centro de la feria y subió arriba.
"¡Atención, por favor! - gritó Juliana, llamando la atención de los niños y adultos. - Hoy quiero hablarles sobre algo muy importante: ¡la higiene!"
Al principio, muchos rieron y comenzaron a alejarse, pero Juliana no se detuvo. Comenzó a contar historias de lo que pasaba cuando no se lavaban las manos.
"Ya saben que a veces comemos con las manos sucias. ¡Imaginen lo que puede ocurrir! - dijo Juliana, haciendo gestos exagerados. - Podríamos enfermarnos y no disfrutar de la vida así."
De repente, un niño alto y descalzo levantó la mano. "¿Es verdad que el agua es sucia? Mi mamá dice que el río está lleno de cosas raras."
Juliana sonrió ampliamente. "Sí, bueno, siempre que podamos, debemos usar agua limpia, y si no podemos, ¡desinfectar! Mi mamá me enseña que el jabón puede ayudarnos y además, lo hacemos muy divertido. Además, terminaremos con manos limpias siempre."
La curiosidad de la multitud creció mientras Juliana mostraba cómo lavar las manos. Usó su propio jabón casero, que había hecho con su madre la semana anterior, y les preguntó si querían probarlo. Los niños comenzaron a acercarse.
"¡Vamos a hacerlo juntos! ¡Lávate las manos, Pierre! - animó Juliana. - ¡Vas a ver que es divertido!"
Los niños comenzaron a formar una fila, y pronto toda la plaza estaba llena de risas y pequeñas manos lavándose. Juliana no solo estaba enseñando a sus amigos sobre la higiene, sino que estaba creando un ambiente de alegría y diversión.
Mientras todos se lavaban las manos, un hombre mayor se acercó y le dijo a Juliana:
"Niña, eres muy valiente. Gracias por recordar lo que es importante."
El hombre se volvió a mirar a la multitud. "Nunca es tarde para aprender y cuidar de nosotros mismos. La salud es lo más importante. ¡Aplausos por Juliana!"
La multitud aplaudió y Juliana sintió una gran alegría en su corazón. Su iniciativa había hecho la diferencia en la feria. No solo había compartido un mensaje de higiene, sino que había unido a la comunidad de una manera divertida.
"Recuerden siempre, amigos, ¡lavarse las manos es un juego, y juntos podemos hacerlo! - exclamó feliz Juliana, mientras la gente aplaudía.
Y así, Juliana no solo devolvió la alegría a la feria, sino que se convirtió en una verdadera heroína para sus amigos. Desde ese día, cada vez que se reunían en la plaza, todos recordaban acompañar sus juegos de diversión con buenos hábitos. ¡Y Juliana se convirtió en la niña a la que todos admiraban por su valentía y por hacer que la higiene fuera divertida!
Y colorín colorado, este cuento de la higiene ha terminado.
FIN.