Julianna y la Puerta Mágica


Julianna era una niña curiosa y aventurera que un día descubrió una puerta mágica en el jardín de su casa. La puerta estaba adornada con brillantes colores y relucientes corazones que emanaban amor, alegría, valores, diversión y felicidad. Sin pensarlo dos veces, Julianna decidió atravesar la puerta y descubrir el misterio que se escondía detrás.

Al cruzar al otro lado, se encontró en un lugar fascinante y lleno de magia. La puerta la llevó directamente a la casa de su tía Kiara y su prima Naiara, quienes la recibieron con entusiasmo y afecto. Julianna estaba maravillada por todo lo que veía y se dio cuenta de que este mundo mágico estaba lleno de enseñanzas y aprendizajes.

Durante su estancia, Julianna compartió momentos inolvidables con su tía y su prima, quienes le enseñaron la importancia de los valores como el respeto, la solidaridad y la amistad. También descubrió la alegría de ayudar a los demás y aprendió que la diversión y la felicidad se encuentran en las pequeñas cosas.

Pero un día, cuando Julianna estaba a punto de regresar a su mundo, la puerta mágica desapareció. Esto desató la preocupación en Julianna, su tía y su prima, quienes buscaron incansablemente una solución. Fue entonces que Julianna recordó que la verdadera magia estaba en su interior, en su capacidad de amar, de ser alegre, de practicar valores y de encontrar diversión y felicidad en cada situación. Con esta convicción, la puerta mágica volvió a aparecer, permitiendo que Julianna regresara a su hogar, llevando consigo las enseñanzas y la magia que había descubierto en el mundo de su tía y su prima.

Desde ese día, Julianna supo que, aunque la puerta mágica la conectaba con un mundo encantado, la verdadera magia radicaba en vivir según los valores, disfrutar de la alegría, el amor y la amistad, y encontrar diversión y felicidad en cada día de su vida.

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