Julieta, Juan y Julia en el Sistema Solar
Era un día soleado en el barrio, y Julieta, Juan y Julia estaban en el jardín de su casa jugando a ser astronautas. Cada uno había construido su propia nave espacial con cajas de cartón, y soñaban despiertos con las aventuras que vivirían en el espacio.
"¿A dónde vamos hoy?" - preguntó Juan, con su casco de papel plata.
"¡Vamos a Marte!" - sugirió Julieta, emocionada. "He leído que hay montañas enormes y tal vez hasta podamos encontrar algunos marcianos."
"Si encontramos marcianos, ¡les llevaré unos alfajores!" - rió Julia, mientras ajustaba su mochila llena de golosinas.
Y así, subieron a sus naves y comenzaron la cuenta regresiva.
"¡Tres, dos, uno, despegue!" - gritaron al unísono y comenzaron a girar en círculos.
Imaginando que ya estaban volando por las estrellas, el viento de ese día parecía empujarlos hacia el cosmos. Volaron a través del cielo azul y, de repente, se encontraron en la superficie de Marte. La tierra era roja y polvorienta, y las montañas se veían titánicas.
"¡Miren esas montañas!" - exclamó Julieta. "¡Podemos escalar!"
"Bueno, pero primero debemos buscar a los marcianos. Quizás nos den una pista sobre cómo subir."
Exploraron el área, pero no encontraron a ningún marciano. Sin embargo, hicieron un increíble descubrimiento: una antigua cueva llena de piedras brillantes.
"¡Miren estas rocas!" - dijo Julia, iluminando su linterna. "¡Son hermosas!"
"Son rocas de Marte, ¡seguro son súper especiales!" - afirmó Juan.
Decidieron llevarse algunas piedras para mostrárselas a sus amigos, pero justo cuando estaban por salir, escucharon un sonido extraño... ¡una especie de zumbido!"¿Qué fue eso?" - preguntó Julieta, mirando a su alrededor.
"¡Tal vez sea un marciano!" - sugirió Juan, haciendo gestos dramáticos.
Y en un instante, de entre las sombras salió una criatura pequeña, de color verde brillante con ojos grandes.
"¡Hola!" - dijo, con una voz suave. "Soy Maki, un marciano explorador. ¿Qué hacen aquí?"
"¡Estamos explorando, como ustedes!" - exclamó Julia, emocionada. "¿Nos ayudarías a escalar las montañas?"
Maki sonrió. "Claro, pero primero tienen que probar el helado de Marte. ¡Es el mejor del universo!"
"¡Helado!" - gritaron los tres al unísono. Y Maki llevó a los niños a una especie de puesto de helados, donde probaron sabores que nunca habían imaginado, como "Cometa de Frutilla" y "Nebulosa de Chocolate".
Después de disfrutar del helado, Maki guió a Julieta, Juan y Julia hacia las montañas. Juntos comenzaron a escalar, compartiendo historias sobre sus planetas, y los niños aprendieron que cada planeta tenía sus secretos y maravillas. Pero justo cuando estaban a punto de alcanzar la cima, un deslizamiento de piedras comenzó a descender.
"¡Cuidado!" - gritó Juan, mientras todos trataban de mantenerse en equilibrio.
"¡Agárrense!" - dijo Maki, usando sus habilidades marcianas para estabilizar el terreno.
Con valentía, los niños se mantuvieron unidos y lograron llegar a la cima. Desde allí, la vista era asombrosa. Podían ver todo Marte, y hasta la Tierra en la distancia.
"¡Es increíble!" - murmuró Julieta, sintiéndose como una verdadera aventurera. "¡Nunca había visto algo así!"
"Es como un sueño hecho realidad" - mencionó Julia, mientras tomaba fotos para recordar el momento.
Al final del día, Maki les mostró cómo regresar a su nave. Antes de despedirse, les dio un pequeño obsequio: un cristal de Marte que brillaba con los colores del arcoíris.
"Recuerden, la verdadera aventura no es solo ver lugares nuevos, sino hacer amigos y aprender cosas nuevas" - les dijo Maki.
"¡Te prometemos que volveremos a visitarte!" - respondió Juan.
Regresaron a casa, todos animados, con la cabeza llena de estrellas y nuevas amistades. Aprendieron mucho más sobre el Sistema Solar: desde los anillos de Saturno hasta los vientos de Neptuno.
Julieta, Juan y Julia se dieron cuenta de que, aunque a veces puede haber peligros, siempre vale la pena explorar y conocer cosas nuevas. Y lo más importante, lo que realmente importaba en sus aventuras era la amistad que los unía.
Así que cada vez que miraban las estrellas desde su jardín, se sonreían al recordar su mágico viaje a Marte y sabían que el universo estaba lleno de maravillas esperando ser descubiertas.
FIN.