Julieta y el Poder de Decidir



Había una vez una niña llamada Julieta que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos. Julieta era conocida por ser una niña buena y obediente. Siempre ayudaba a su madre a cocinar, asistía a la escuela con puntualidad y hacía sus tareas sin protestar. Pero un día, algo en su corazón comenzó a cambiar.

Era una mañana soleada cuando Julieta llegó a la escuela y se encontró con sus amigos, Matías y Sofía.

"¿Querés venir a jugar al parque después de clases?" - le preguntó Sofía con una sonrisa.

"No puedo, tengo que hacer los deberes y ayudar en casa" - respondió Julieta, sintiéndose un poco resignada.

Ese día, mientras hacía sus tareas, Julieta miró por la ventana y vio a sus amigos riendo y jugando. Un sentimiento extraño la invadió; deseaba unirse a ellos, pero siempre se había dicho que debía ser buena y obediente. Pero, ¿Qué pasaría si dejaba de serlo un poco?

Al día siguiente, decidido a probarlo, Julieta se acercó a Matías y Sofía.

"Hoy no voy a hacer mis tareas hasta después de jugar con ustedes" - anunció con una sonrisa traviesa.

"¡Genial!" - exclamó Matías. "¡Vamos ya al parque!"

Julieta sintió una mezcla de emoción y nerviosismo mientras corría hacia el parque. Jugaron a las escondidas, al subibaja y se rieron juntos. Sentía que el tiempo volaba y que era lo más divertido que había hecho. Pero, al regresar a casa, una sombra de culpa comenzó a asomarse en su corazón.

"Mamá, hoy no hice los deberes..." - dijo con un hilo de voz.

"Julieta, es importante que cumplas con tus responsabilidades" - respondió su madre con amabilidad pero firmeza. "La vida no es solo jugar, también hay que aprender a ser responsables."

Esa noche, Julieta se sentó en su cama, reflexionando. No quería ser sólo la niña obediente que nunca se divertía. Pero tampoco quería decepcionar a su madre. Entonces, decidió hacer algo diferente.

Al día siguiente, en la escuela, Julieta se acercó a su maestra, la señorita Vera, y le preguntó:

"¿Puedo presentar un proyecto sobre la importancia de la diversión junto con las responsabilidades?"

La señorita Vera sonrió. "¡Esa es una gran idea, Julieta! La vida se trata de un equilibrio. ¡Adelante!"

Julieta comenzó a trabajar en su proyecto. Preparó dibujos, explicó su experiencia y, lo más importante, se dio cuenta de que podía divertirse y ser responsable al mismo tiempo.

Cuando llegó el día de la presentación, se sintió muy nerviosa, pero también emocionada. Frente a toda la clase, Julieta presentó su proyecto:

"Mis amigos son importantes para mí, y también lo son mis responsabilidades. He aprendido que hay un momento para cada cosa. ¡Podemos ser responsables y disfrutar al mismo tiempo!"

La clase la aplaudió, y su maestra la felicitó. "Has demostrado que puedes encontrar un equilibrio, Julieta. Eso es muy valioso."

Con el tiempo, Julieta aprendió a planificar sus días: hacía sus tareas y luego se daba un tiempo para jugar. Se convirtió en un ejemplo para sus compañeros, mostrando que era posible ser una buena alumna y disfrutar de la vida.

Un día, mientras estaba en el parque con sus amigos, Julieta los miró y sonrió, sintiéndose feliz.

"Gracias por ayudarme a darme cuenta de que puedo ser ambas cosas: buena y divertida."

Sofía, con una gran sonrisa, respondió: "¡Eso es lo que somos los amigos, Julieta! Nos ayudamos entre todos."

Y así, Julieta descubrió el poder de decidir y de encontrar su propio camino, aprendiendo a equilibrar las responsabilidades y las alegrías de la vida. Desde ese entonces, cada día era una nueva oportunidad para ser ella misma.

FIN.

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