Julieta y la lección de compartir
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Julieta. Julieta tenía dos mascotas muy traviesas: un perro llamado Stich y un gato llamado Tom.
Aunque Stich y Tom eran buenos amigos, siempre se peleaban por una pelota. Un día soleado, mientras Julieta estaba sentada en el jardín leyendo su libro favorito, escuchó ruidos extraños provenientes del patio trasero.
Al asomarse por la ventana, vio a Stich y a Tom corriendo detrás de la pelota. Julieta rápidamente salió al jardín para poner orden en la situación. "-¡Stich! ¡Tom! ¡Dejen de pelearse!" exclamó ella con voz autoritaria. Pero sus palabras parecían no tener efecto alguno sobre sus mascotas.
Stich seguía saltando tratando de atrapar la pelota mientras que Tom arañaba el aire intentando alcanzarla primero. "¡Chicos! ¡Basta ya!" gritó Julieta desesperada. Sin embargo, los dos animales estaban tan concentrados en su juego que no le prestaron atención a Julieta.
Frustrada pero decidida a solucionar el problema, Julieta tuvo una idea brillante. Corrió hacia el cobertizo del jardín y regresó con otra pelota idéntica a la que tanto deseaban Stich y Tom.
Con las dos pelotas en sus manos se acercó lentamente hacia los animales y les mostró las nuevas adquisiciones. "-Miren chicos, ahora hay dos pelotas para jugar", dijo Julieta con entusiasmo. "-Si dejan de pelearse, podrán jugar juntos y divertirse aún más".
Stich y Tom se miraron el uno al otro, sorprendidos por la propuesta de Julieta. Pero pronto se dieron cuenta de que era una excelente idea. Dejaron de pelearse y comenzaron a saltar y correr felices con sus nuevas pelotas.
Julieta sonrió satisfecha al ver a sus mascotas disfrutando juntas en lugar de pelearse. "-Ven aquí chicos", les llamó mientras los animales se acercaban a ella para recibir mimos.
Desde ese día, Stich y Tom aprendieron que compartir es mucho mejor que pelearse por las cosas. Julieta también entendió la importancia de buscar soluciones creativas para resolver problemas. A partir de entonces, todos los días Stich, Tom y Julieta jugaban juntos en el jardín.
A veces lanzaban las pelotas tan lejos como podían para ver quién las atrapaba primero, pero siempre lo hacían sin peleas ni discusiones. La historia de Stich, Tom y Julieta se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.
Aprendieron que trabajar en equipo y encontrar soluciones pacíficas es mucho más divertido que pelearse.
Y así fue como estos tres amigos demostraron que incluso en los momentos más difíciles, siempre hay una forma de convertir una situación caótica en algo maravilloso si trabajamos juntos y nos abrimos a nuevas ideas.
FIN.