Juliette y la Lluvia de Alegría



Era un sábado muy nublado en la pequeña ciudad de Santa Esperanza. La Niña Juliette despertó con el sonido de la lluvia golpeando suavemente las ventanas de su casa. Hoy era uno de esos días perfectos para quedarse en casa, pero Juliette tenía otros planes.

"¡Buen día, familia!", exclamó Juliette mientras bajaba con una gran sonrisa. "Hoy vamos a hacer algo especial, aunque esté lloviendo".

Su mamá, que estaba preparando unos ricos mates, la miró con curiosidad.

"¿Y qué planeas hacer, mi amor?".

"¡Vamos a hacer una lluvia de alegría!", respondió Juliette con entusiasmo. "Podemos hacer manualidades, jugar a los juegos de mesa y contar historias. Todo mientras disfrutamos de unos ricos mates".

Su papá, que estaba leyendo el diario en la mesa, dejó de lado la noticia por un momento.

"Me encanta la idea, Juliette, pero ¿qué es eso de la lluvia de alegría?".

"Es simple, papá. Cada vez que alguien cuente una historia divertida o haga reír a los demás, lográremos que llueva alegría. ¡Y si llueve alegría, estoy segura de que el sol saldrá!".

Y así, comenzaron su día festivo. Juliette preparó un rincón en el living lleno de colores, papeles, tijeras y pegamento. La lluvia caía sin parar, pero dentro de la casa, la alegría empezaba a crecer.

Primero, su mamá comenzó a contar una historia de cuando era niña. Todos escuchaban atentamente, ¡y cada risa que se escapaba se sentía como un pequeño rayo de luz!"Y ese día, en el árbol de la plaza, hicimos una competencia de saltos. El que cayó primero en el barro fue el que se rió más", contó su mamá mientras todos se reían.

Después, fue el turno de Juliette.

"Bueno, yo tengo una historia sobre un pato muy peculiar. Un día decidió que quería volar, así que endureció su cuello y comenzó a correr. ¡Imaginensé! Pero él no sabía que no podía, y terminó haciendo una carrera con unos perros, ¡fue muy gracioso!", dijo Juliette, riendo mientras hacía gestos exagerados.

La lluvia seguía cayendo pero dentro de la casa, el clima era de pura felicidad. Después de contar historias, todos se pusieron a hacer manualidades. Juntos, crearon tarjetas de colores llenas de dibujos y mensajes alegres.

"¡Miren lo que hice!", gritó su hermano menor, Tomás, mostrando una tarjeta con un gran sol y un pato volador. "Lo llamé: El pato aventurero".

Juliette lo abrazó con alegría.

"¡Es hermoso, Tomás! Así podemos mandárselo a nuestros abuelos para que también se rían".

A medida que el día avanzaba, la lluvia no paraba. Pero en el corazón de la casa, la alegría era cada vez más palpable. Los mates circulaban entre risas y manualidades, mientras todos compartían cuentos y juegos. Sin embargo, la madre de Juliette se preocupó de que la lluvia no cesara.

"Ojalá que deje de llover, no quiero que el parque se inunde".

"No te preocupes, mamá. A veces la lluvia trae sorpresas", dijo Juliette mientras miraba por la ventana. Estaba segura de que la lluvia podría traer magia también.

De repente, la lluvia empezó a amainar y un brillo especial comenzó a aparecer en el cielo.

"¡Miren! ¡Hay un arco iris!", gritó Tomás, apuntando con emoción. Todos corrieron hacia la ventana y, efectivamente, un bello arco iris apareció después de la tormenta.

"¡Eso es lo que quería decir!", exclamó Juliette. "La lluvia también trae regalos. Y el más grande es este arco iris".

La familia se quedó maravillada, y el pequeño espectáculo trajo más alegría a sus corazones.

"Así como la lluvia de alegría que hicimos hoy, los días nublados también pueden traernos buenas sorpresas", reflexionó la mamá, sirviendo más mates.

Y así, con la lluvia ya calmada y el arco iris brillando, Juliette y su familia terminaron el día con una gran sonrisa, recordando que el tiempo lluvioso se podía transformar en momentos llenos de alegría y amor.

El día concluyó con todos sentados juntos, disfrutando del silencio, mientras afuera el mundo se llenaba de colores por el arco iris. En su corazón, Juliette sabía que siempre habría un motivo para sonreír, incluso en los días nublados. Al final, lo más importante era compartir esos momentos con familia y amigos, en lo bueno y en lo malo.

"Gracias por este día tan especial", dijo Juliette con una sonrisa, tomando un sorbo de su mate.

"Gracias a vos por recordarnos que la alegría se puede crear en cualquier momento, querida".

Y así, en una pequeña casa de Santa Esperanza, Juliette y su familia aprendieron que incluso en los días de lluvia, el amor y la alegría siempre pueden brillar.

FIN.

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