Juntas contra el bullying


Sole y Jacinta eran inseparables desde que la pequeña había llegado al mundo. La mamá de Jacinta era una mujer joven y llena de vida, siempre dispuesta a jugar y hacer reír a su hija.

Jacinta, por su parte, era una bebé feliz y risueña que amaba pasar tiempo con su mamá. Un día Sole decidió llevar a Jacinta al parque para disfrutar del sol y el aire fresco.

Al llegar allí, se encontraron con un grupo de niños jugando en el césped. Jacinta estaba fascinada mirándolos correr y saltar. - ¿Quieres ir a jugar con ellos? - preguntó Sole sonriendo. Jacinta asintió emocionada y Sole la dejó acercarse al grupo mientras ella observaba desde lejos.

Pero no pasó mucho tiempo hasta que empezaron los problemas. Uno de los niños empujó sin querer a Jacinta mientras corría detrás de una pelota, haciendo que cayera al piso llorando.

Los otros niños rieron y siguieron jugando como si nada hubiera pasado. Sole corrió hacia su hija para consolarla mientras pensaba qué hacer. No quería que esto volviera a pasar pero tampoco quería prohibirle jugar con otros niños.

Fue entonces cuando recordó algo importante: ella también había sido víctima del bullying en el colegio cuando era niña. Pero habían sido sus padres quienes le enseñaron cómo enfrentarlo.

Así que tomó a Jacinta en brazos y se sentaron juntas debajo de un árbol para conversar seriamente:- Mira hija, sé que te lastimaste al caerte pero quiero enseñarte algo importante. A veces, las personas pueden hacernos sentir mal y eso no está bien. Pero lo importante es cómo reaccionamos ante eso.

Jacinta la miraba con atención mientras secaba sus lágrimas. - No debemos permitir que nadie nos haga sentir menos de lo que somos. Tú eres una niña valiente y fuerte, capaz de hacer todo lo que te propongas.

Y si alguien te molesta o te hace daño, tú tienes el poder de decirles "no me gusta cuando haces eso" o simplemente alejarte. Jacinta asintió con determinación y Sole le dio un abrazo apretado.

Desde ese día, Jacinta aprendió a defenderse y a respetarse a sí misma. Ya no se dejaba intimidar por los otros niños en el parque y disfrutaba jugar con ellos sin temor alguno.

Sole estaba orgullosa de su hija y sabía que había tomado la decisión correcta al enseñarle esa valiosa lección. Juntas seguían jugando, leyendo libritos y bailando bajo el sol, compartiendo un amor incondicional que ninguna adversidad podría romper.

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