Juntas en el Parque
Había una vez en el sur de Argentina, dos hermanas llamadas Juana y Lola. Juana era la mayor, tenía 9 años y era muy responsable. Lola, por su parte, tenía 6 años y era muy tierna y cariñosa.
Un día, las dos hermanas se despertaron temprano para ir a jugar al parque. Al llegar allí, se encontraron con un grupo de niños jugando a un juego que nunca habían visto antes.
- ¿Qué están haciendo? -preguntó curiosa Lola. - Es un juego nuevo que acabamos de aprender -respondió uno de los niños-. ¿Quieren jugar con nosotros? Juana y Lola aceptaron inmediatamente la invitación y comenzaron a jugar.
El juego consistía en correr detrás de una pelota mientras los demás intentaban evitar que llegara al otro lado del campo. Al principio, Juana tuvo dificultades para entender las reglas del juego, pero después de algunos minutos logró adaptarse y empezó a disfrutarlo.
Por otro lado, Lola tenía problemas para correr tan rápido como los otros niños debido a su corta edad. - No puedo hacerlo -dijo Lola triste-. Soy demasiado pequeña para este juego.
- ¡No te preocupes! -dijo Juana-, yo te ayudaré a llegar al otro lado del campo. Y así fue como Juana tomó la mano de su hermana menor y juntas corrieron hacia el otro extremo del campo. Los demás niños se sorprendieron por la solidaridad entre ellas dos.
Después del partido todos los niños se despidieron contentos mientras las dos hermanas caminaban hacia casa. - Gracias por ayudarme en el partido Hermana -dijo Lola cariñosamente. - De nada, hermanita -respondió Juana-.
Siempre estaré aquí para ayudarte en lo que necesites. Desde aquel día, las dos hermanas se volvieron inseparables. Aprendieron a trabajar juntas y a apoyarse mutuamente en todo lo que hacían.
Y así, demostraron que la unión hace la fuerza y que siempre es mejor trabajar juntos para lograr nuestros objetivos. La moraleja de esta historia es que no importa cuál sea nuestra edad o habilidades, siempre podemos encontrar formas de colaborar con los demás y hacer el mundo un lugar mejor.
FIN.