Juntas en la adversidad


Era un día especial para Lucía y Agustina, las gemelas más divertidas del barrio.

Estaban a punto de cumplir catorce años y estaban muy emocionadas por la fiesta que sus padres les habían organizado en el parque cercano a su casa. La mañana del cumpleaños, las dos hermanas se despertaron temprano y corrieron hacia el comedor donde sus padres ya les esperaban con una gran sonrisa en sus rostros.

-¡Feliz cumpleaños chicas! - dijo su mamá mientras les abrazaba fuerte. Las gemelas se miraron entre ellas con una gran sonrisa en sus rostros. Sabían que iban a tener un día increíble lleno de sorpresas y diversión.

Después de desayunar, fueron al parque donde había una gran carpa decorada con globos de colores, luces y música. Todos los amigos de Lucía y Agustina estaban allí esperándolas para empezar la fiesta.

Durante toda la tarde jugaron juegos como la búsqueda del tesoro, hicieron manualidades juntas, cantaron karaoke e incluso tuvieron una competencia de baile. Todo parecía marchar bien hasta que llegó el momento del pastel. Cuando soplaron las velas, Agustina comenzó a sentirse mal.

Se agarró el estómago y comenzó a llorar sin poder controlarse mientras todos los demás niños miraban preocupados. Lucía no sabía qué hacer para ayudarla así que fue corriendo hacia su mamá quien rápidamente llamó al doctor.

El doctor llegó pronto al parque y después de examinarla cuidadosamente le dijo a la familia que Agustina tenía apendicitis y necesitaba ser operada de inmediato. Lucía estaba muy asustada, nunca había estado lejos de su hermana durante tanto tiempo. Pero sabía que debía tener fuerza para ayudarla a recuperarse pronto.

Los días siguientes fueron muy difíciles para Lucía. Extrañaba mucho a su hermana y se sentía sola sin ella en casa. Pero con el apoyo de sus padres y amigos, logró mantenerse fuerte y positiva.

Finalmente, después de varios días en el hospital, Agustina regresó a casa completamente recuperada. Las dos gemelas se abrazaron fuerte mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Desde ese día, Lucía aprendió lo importante que es estar ahí para los demás cuando más nos necesitan.

Y aunque la experiencia fue difícil, también les enseñó lo valiosa que es la amistad y el amor entre hermanas.

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