Juntas hasta la meta


todos los días. María y Lucía eran inseparables, se ayudaban mutuamente en todo lo que necesitaban y disfrutaban de cada momento juntas.

Un día, mientras hacían la tarea de matemáticas, el padre les propuso un desafío: "Chicas, hoy vamos a hacer algo diferente. Vamos a dividirnos en dos equipos y competiremos para ver quién termina primero las tareas". Las niñas aceptaron emocionadas la propuesta del padre y rápidamente se dividieron en dos equipos.

María estaba con su padre y Lucía con su madre. La competencia comenzó y ambas parejas trabajaron diligentemente para completar las tareas lo más rápido posible. Sin embargo, pronto descubrieron que no era tan fácil como pensaban.

María y su padre tuvieron algunos problemas con una ecuación complicada, mientras que Lucía y su madre perdieron tiempo tratando de encontrar un error en sus cálculos. Pero ninguno de los equipos se rindió.

Se animaron mutuamente e incluso compartieron consejos útiles para superar los obstáculos que encontraron. Finalmente, después de horas de trabajo duro, ambos equipos lograron terminar sus tareas al mismo tiempo. Fue entonces cuando el padre les dijo a las niñas:"Chicas, este ejercicio no fue solo por diversión.

Quería enseñarles una lección importante sobre trabajar juntos como equipo. A veces podemos sentirnos frustrados o atrapados cuando enfrentamos dificultades solos, pero cuando nos apoyamos mutuamente podemos superar cualquier cosa".

María y Lucía asintieron entendiendo la lección que su padre quería transmitirles. Desde ese día en adelante, siempre recordaron la importancia de trabajar juntos y nunca dudaron en ayudarse mutuamente en cualquier tarea o desafío que enfrentaran.

Y así, las dos hermanas crecieron fuertes y unidas, siempre recordando la lección que su padre les enseñó aquél día.

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