Juntas por el bien
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Alma. Alma tenía algo muy especial: desde que era muy pequeña, podía escuchar a su voz de la conciencia.
Sí, así es, ¡a los 4 años! Su voz de la conciencia se llamaba Lunita y siempre le decía cosas como "Alma, no te olvides de saludar a la abuela" o "Alma, comparte tus juguetes con tus amigos".
Un día, Alma y su mejor amigo Benjamín estaban jugando en el parque cuando vieron a un perrito perdido. El perrito parecía triste y asustado. Benjamín quería llevarlo a casa para cuidarlo, pero Alma escuchó a Lunita decirle: "-Alma, ¿qué crees que deberíamos hacer?".
Alma pensó por un momento y recordó lo importante que era devolver las cosas perdidas a sus dueños. Así que le dijo a Benjamín: "-Benja, tenemos que buscar al dueño del perrito.
" Juntos recorrieron el parque preguntando si alguien había perdido un perro hasta encontrar al dueño del peludito. El dueño del perrito estaba tan feliz de volverlo a ver que les dio las gracias con lágrimas en los ojos.
Benjamín se sintió muy orgulloso de lo que habían hecho y le dijo a Alma: "-¡Qué bien nos salió todo gracias a tu vocecita!". Alma sonrió y le respondió: "-Sí, Lunita siempre me ayuda a hacer lo correcto.
"Pero no todo fue color de rosa para Alma y su amiga Lunita. Un día en la escuela, mientras todos estaban jugando en el recreo, Alma vio cómo una niña mayor empujaba a otra niña más pequeña solo por diversión.
Esto entristeció mucho a Alma y escuchó claramente la voz de Lunita diciéndole: "-Alma, eso está mal. Debes ayudar a esa niña. " Sin dudarlo un segundo, Alma corrió hacia las niñas e intercedió por la más pequeña.
Les explicó lo importante que era ser amables y respetuosos con los demás. La niña mayor se disculpó sinceramente y prometió no volverlo a hacer nunca más. La niñita más pequeña le sonrió emocionada y le dio las gracias a Alma por haberla defendido.
Desde ese día en adelante, las tres se convirtieron en grandes amigas.
Al final del día cuando llegó la hora de dormir, Alma cerró sus ojitos con una gran sonrisa en su rostro sabiendo que había hecho buenas acciones gracias a su amiga Lunita. Y así fue como Alma aprendió desde muy chiquita la importancia de seguir su voz interior para hacer el bien y ayudar a los demás.
FIN.