Juntos contra el ciberbullying



Había una vez un niño llamado Martín que estaba en quinto grado y le encantaba ir al colegio. Siempre estaba rodeado de amigos con los que jugaba y se divertía todos los días.

Sin embargo, algo había estado pasando últimamente que lo tenía preocupado. Martín solía usar redes sociales para conectarse con sus amigos después de la escuela, pero últimamente había comenzado a recibir mensajes hirientes y desagradables de algunos compañeros de clase.

Le decían cosas feas y lo insultaban, haciéndolo sentir triste y solo. "¿Por qué me dicen estas cosas horribles?", se preguntaba Martín mientras miraba su teléfono con lágrimas en los ojos.

A pesar de todo, Martín no quería contarle a nadie lo que estaba sucediendo. Tenía miedo de que empeorara la situación o de que sus amigos dejaran de hablarle si descubrían que era víctima de ciberbullying.

Un día, durante el recreo, uno de sus amigos más cercanos, Tomás, notó que algo andaba mal con Martín. Lo vio callado y distante, sin participar en las bromas ni en los juegos como solía hacerlo. "¿Qué te pasa, Martín? Se te ve muy pensativo", preguntó Tomás con preocupación.

Martín dudó al principio, pero finalmente decidió confiar en su amigo y contarle lo que estaba sucediendo en las redes sociales. Le mostró los mensajes crueles que recibía y cómo eso lo hacía sentir mal consigo mismo.

Tomás escuchó atentamente a su amigo y sintió mucha rabia por lo injusto de la situación. Sabía que tenía que hacer algo para ayudar a Martín a superar el ciberbullying. "No estás solo en esto, Martín.

Voy a apoyarte en todo momento", prometió Tomás con determinación. Los dos niños decidieron hablar con la maestra sobre lo que estaba ocurriendo. La maestra escuchó atentamente sus relatos y se comprometió a tomar medidas para detener el acoso cibernético contra Martín.

Además, organizó una charla sobre el respeto y la empatía en línea para concienciar a toda la clase sobre las consecuencias del ciberbullying. Poco a poco, los mensajes ofensivos hacia Martín cesaron gracias a la intervención de la maestra y al apoyo incondicional de Tomás.

Martín volvió a sonreír y recuperar su alegría habitual gracias al valiente acto de amistad demostrado por su amigo.

Desde ese día, tanto Martín como Tomás aprendieron la importancia de hablar sobre sus problemas y buscar ayuda cuando sea necesario. Su amistad se fortaleció aún más gracias a esta experiencia compartida y juntos promovieron un ambiente escolar más seguro basado en el respeto mutuo y la solidaridad entre compañeros.

FIN.

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