Juntos Crecemos
Había una vez en una escuela inclusiva de Argentina, un grupo de cinco estudiantes muy especiales. Cada uno de ellos tenía habilidades y talentos únicos, y juntos formarían una gran amistad que cambiaría su forma de ver el mundo.
Los cinco amigos eran: Clara, una talentosa artista que podía crear hermosas pinturas; Mateo, un gran narrador que inventaba historias increíbles; Ana, una experta en matemáticas que resolvía ecuaciones como si fueran acertijos; Tomás, un atleta con una energía imparable que amaba correr; y Lucía, una científica curiosa que siempre quería descubrir cosas nuevas.
Un día, la maestra Mariana anunció que se acercaba el Mes de los Estudiantes, y que habría una feria escolar. "Vamos a organizar un stand, donde todos mostremos nuestros talentos y lo que hemos aprendido juntos"- dijo.
Todos se entusiasmaron, pero luego, algunos estudiantes de otros cursos comenzaron a murmurar. "No creo que ellos puedan participar, ya saben, son diferentes"- susurraron.
Clara, al escuchar eso, se sintió un poco triste, pero Mateo puso su mano en su hombro y dijo: "No importa lo que piensen. ¡Nosotros sabemos lo que podemos hacer!"-
Así que el grupo se juntó y decidieron hacer un gran mural que mostrara el potencial de cada uno y cómo podían trabajar juntos. "Voy a pintar el fondo del mural, lleno de colores brillantes"-, dijo Clara emocionada.
"Yo contaré la historia detrás del mural, para que todos entiendan lo que representa"- añadió Mateo.
Ana se encargó de realizar cálculos para que el mural tuviera proporciones adecuadas, mientras que Tomás organizaba juegos deportivos para que todos pudieran participar. Lucía se dedicó a investigar sobre la importancia de la inclusión y cómo reconocer las habilidades de cada uno.
Con el trabajo en equipo, lograron hacer el mural más increíble del que habían soñado. Cada día después de clases, se juntaban a trabajar y se ayudaban unos a otros, aprendiendo a aceptar sus diferencias y a celebrar sus talentos únicos.
Cuando llegó el día de la feria, toda la escuela estaba llena de energía y entusiasmo. Al mirar el stand de Clara, Mateo, Ana, Tomás y Lucía, todos se detuvieron a admirar el mural colorido y brillante que habían creado.
"¡Miren lo que hicieron!"- exclamó un estudiante. "Es realmente impresionante, ellos son geniales"-.
Los otros estudiantes comenzaron a acercarse y a escuchar la historia que Mateo contaba. La curiosidad aumentaba, y todos querían probar los juegos que Tomás había organizado. Ana ayudaba a los más pequeños a resolver algunos de los problemas matemáticos que había preparado, y Lucía compartía los experimentos científicos que había investigado.
Los murmullos iniciales de duda se convirtieron en aplausos y risas. Todos los estudiantes comenzaron a aceptar y celebrar la participación de Clara, Mateo, Ana, Tomás y Lucía.
Al final del día, la maestra Mariana se acercó al grupo y les dijo: "Estoy muy orgullosa de ustedes. Han demostrado que cuando trabajamos juntos y respetamos las diferencias, somos más fuertes y creativos que nunca"-.
"Mira mi potencial y verás cómo juntos crecemos"- comentó Lucía con una gran sonrisa. Desde ese momento, estos cinco amigos no solo se ganaron el respeto de sus compañeros, sino que también se dieron cuenta de que eran más poderosos juntos. Así, continuaron creando y aprendiendo, apoyándose los unos a los otros, y transformando su escuela en un lugar donde todos eran aceptados e incluidos.
Y así, con cada nuevo proyecto, los cinco amigos demostraron que cuando uno mira el potencial de los demás, juntos pueden alcanzar maravillas.
FIN.