Juntos, en armonía
Había una vez una familia conformada por Maia, Leonel, papá y mamá. Maia era una niña muy desordenada, siempre dejaba sus cosas en cualquier lugar y no le gustaba ordenar su habitación.
Leonel era todo lo contrario, él era muy organizado y amante de las redes sociales. Papá era conocido como el enojón porque se ponía de mal humor con facilidad, mientras que mamá era la compañera que siempre estaba dispuesta a ayudar.
Un día, Maia llegó a la casa después de jugar con sus amigos y su habitación estaba completamente desordenada. Papá se enfureció al ver el caos y gritó: "¡Maia! ¿Cuántas veces te tengo que decir que ordenes tu habitación? ¡Esto es inaceptable!".
Maia se sintió triste al escuchar a su padre gritarle así. Esa noche antes de dormir, ella decidió hacer algo diferente. Se acostó pensando en cómo podría ser más organizada para evitar los problemas con papá.
Al día siguiente, cuando llegó del colegio, encontró su habitación impecablemente ordenada y limpiaba gracias a la ayuda de Leonel. "¡Wow! ¿Cómo lo hiciste?" preguntó sorprendida Maia. "Usé un método muy sencillo que aprendí en internet", respondió Leonel sonriendo.
"Lo importante es tener un lugar para cada cosa y ponerlas ahí después de usarlas". Maia quedó impresionada por la habilidad de su hermano con las redes sociales para solucionar problemas cotidianos como ese.
Pero eso no fue todo lo que pasó ese día: durante la cena papá recibió una llamada del trabajo que lo dejó muy estresado.
Maia, viendo a su padre así, decidió hacer algo especial para él y le preparó una taza de té y un pequeño snack. "¡Gracias hija! Esto es justo lo que necesitaba", dijo papá con una sonrisa en el rostro.
Esa noche antes de dormir, Maia se sintió feliz por haber ayudado a su padre y también por haber aprendido la importancia de ser organizada. Decidió seguir los consejos de Leonel y mantener su habitación siempre ordenada. A partir de ese día, Maia se volvió más consciente sobre cómo sus acciones afectaban a los demás miembros de la familia.
Aprendió a ser más considerada con ellos y a buscar soluciones para hacerles sentir mejor cuando estaban tristes o preocupados. Papá también notó el cambio en ella y se sorprendió gratamente al verla tan comprometida con mejorar como persona.
Él decidió trabajar en su temperamento e intentar no gritar tanto. Así fue como esta familia descubrió la importancia de trabajar juntos para lograr una convivencia armoniosa.
Cada uno aprendió algo nuevo gracias al ejemplo del otro, y todos crecieron juntos como individuos y como familia.
FIN.