Juntos en el Camino del Amor



Había una vez en una casa muy alegre a la que todos llamaban "La Casa de las Risas".

En esa casa vivían Héctor, un niño de 3 años lleno de energía y entusiasmo, su hermano Ferran, que tenía 6 años y le encantaba jugar con las letras, y sus papás que los querían con todo su corazón.

Un día soleado, Héctor estaba jugando a policías y bomberos en el jardín mientras Ferran estaba sentado en una mesita concentrado dibujando letras. De repente, Ferran se frustró al no poder hacer una letra perfecta y rompió el papel en pedazos. Héctor, al ver a su hermano triste, se acercó corriendo para consolarlo.

"¿Qué pasó, Ferran? ¿Por qué estás tan triste?", preguntó Héctor con preocupación. Ferran miró a su hermanito y trató de explicarle lo que le había pasado pero las palabras no salían como él quería.

Entonces mamá se acercó cariñosamente y les explicó: "Recuerden que Ferran es especial, tiene autismo y algunas veces le cuesta trabajo expresar lo que siente o piensa". Héctor asintió con comprensión y abrazó a su hermano diciendo: "No te preocupes, yo te entiendo aunque no hables mucho.

Siempre estaré aquí para ti". Los días pasaron y Héctor aprendió a jugar juegos nuevos con Ferran que los dos disfrutaban muchísimo. Juntos inventaron historias usando las letras que tanto le gustaban a Ferran y crearon mundos mágicos llenos de aventuras.

Una tarde, mientras jugaban en el jardín, escucharon un ruido extraño proveniente del árbol cercano. Sin pensarlo dos veces, Héctor tomó el sombrero de bombero de juguete e invitó a Ferran a ser parte del equipo.

Juntos exploraron el árbol y descubrieron un pajarito atrapado entre las ramas. "¡Tranquilo pajarito! ¡Ya vamos por ti!", exclamó Héctor emocionado.

Con la ayuda de Ferran guiándolo hacia dónde debían cortar las ramas con sus letras mágicas formando palabras clave como —"rama" , —"tijeras"  y —"libertad" , lograron salvar al pajarito quien volvió felizmente al cielo. Al terminar la aventura ambos hermanitos se abrazaron felices por haber trabajado juntos para ayudar al pequeño pajarito.

Desde ese día entendieron que trabajar en equipo era lo más importante sin importar si uno hablaba mucho o poco. Lo esencial era demostrar amor y apoyo incondicional hacia los demás.

Así fue como Héctor aprendió la importancia de la paciencia, comprensión e inclusión gracias a su maravilloso hermano Ferrán. Y juntos continuaron creciendo en La Casa de las Risas donde siempre reinaba el amor familiar.

FIN.

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