Juntos en la diversidad
Había una vez en un colegio muy especial, una niña llamada Carmen. Carmen era afroecuatoriana y tenía unos rizos hermosos que bailaban al compás de su risa alegre.
A pesar de ser tan encantadora, había un niño en su clase llamado Juan que se burlaba de ella por el color de su piel. Un día, durante el recreo, Juan se acercó a Carmen y empezó a reírse de ella.
"¡Mira a la negrita! ¡Parece un mono con esos rizos locos!", dijo Juan con malicia. Daniela, la mejor amiga de Carmen, escuchó las palabras hirientes de Juan y no dudó en intervenir.
Se paró frente a él con valentía y le dijo: "-¡Basta, Juan! ¿Qué te pasa? ¿No ves lo hermosa que es Carmen tal como es? Deberías estar avergonzado de decir esas cosas. "Juan se quedó callado ante la firmeza de Daniela y se alejó murmurando algo ininteligible.
Al día siguiente, la maestra Lulú notó que algo andaba mal entre los estudiantes y decidió abordar el tema en clase. Les habló sobre la importancia del respeto hacia todas las personas sin importar su apariencia o sus diferencias.
Les contó historias sobre grandes líderes afrodescendientes que lucharon por la igualdad y les hizo reflexionar sobre cómo sus palabras podían lastimar a los demás. Carmen escuchaba atentamente las palabras de la maestra Lulú, sintiéndose reconfortada al saber que no estaba sola.
Sabía que tenía el apoyo incondicional de Daniela y ahora también contaba con el respaldo de toda su clase gracias a las enseñanzas de la maestra. Los días pasaron y Juan comenzó a cambiar su actitud hacia Carmen.
Empezó a tratarla con respeto y curiosidad, queriendo conocer más sobre su cultura y sus tradiciones. Poco a poco, se convirtieron en amigos gracias al poder transformador del amor y la aceptación.
Y así, juntos aprendieron una valiosa lección: que nuestra verdadera belleza radica en nuestra diversidad y en nuestra capacidad para querernos tal como somos, celebrando nuestras diferencias como fuente de riqueza e inspiración para todos los corazones generosos.
FIN.