Juntos en la Manada



En lo profundo de la selva, en un árbol muy alto, vivía una manada de monitos traviesos y juguetones. Entre ellos se encontraba Renato, un mono muy especial.

Renato era diferente a los demás monos: tenía conductas autistas que lo hacían comportarse de manera única. Los otros monitos solían burlarse de Renato porque no entendían por qué actuaba de esa forma. Lo veían como alguien extraño y preferían mantenerse alejados de él.

Sin embargo, Ámbar, una mono amable y comprensiva, notaba algo especial en Renato. Ámbar se acercó a Renato con una sonrisa cálida y le preguntó: "¿Qué te gusta hacer, Renato?".

Renato levantó tímidamente la mirada y respondió suavemente: "Me gusta observar las estrellas por las noches". Ámbar quedó sorprendida por la respuesta de Renato. Ella sabía que detrás de esas conductas diferentes se escondía un ser lleno de sensibilidad y sabiduría.

Decidió entonces mostrarle a la manada el verdadero valor de su amigo. Un día, mientras los monitos jugaban en la copa de los árboles, Ámbar reunió a todos y les dijo: "Hoy quiero contarles algo sobre Renato.

Él puede ser diferente a nosotros, pero eso no significa que sea menos valioso. Es inteligente, cariñoso y tiene mucho amor para dar". Los otros monos escucharon atentamente las palabras de Ámbar. Comenzaron a mirar a Renato con otros ojos, tratando de comprenderlo mejor.

Poco a poco, fueron descubriendo que detrás de esas conductas autistas se escondía un ser maravilloso. Un día, cuando un pajarito se cayó del nido y estaba asustado en el suelo, ninguno de los monos sabía qué hacer.

Todos estaban nerviosos e inseguros excepto Renato. Con calma y paciencia, se acercó al pajarito y lo ayudó a regresar al nido sano y salvo. Los demás monitos quedaron impresionados por la valentía y ternura demostradas por Renato.

A partir de ese momento, lo aceptaron tal como era y aprendieron a valorar sus diferencias. Renato se sintió feliz al ver que finalmente había sido comprendido y aceptado por su manada gracias al apoyo incondicional de Ámbar.

Desde entonces, los monitos disfrutaban juntos bajo el brillo de las estrellas cada noche mientras escuchaban las historias fascinantes que Renato tenía para compartir.

Y así fue como Renato enseñó a todos que la verdadera belleza radica en la diversidad y que cada uno tiene algo especial que ofrecer al mundo si nos tomamos el tiempo para conocernos unos a otros con amor y respeto.

FIN.

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