Juntos en las lágrimas



Había una vez en un pequeño pueblo, dos hermanitos llamados Sara y Neizan. Sara era una niña muy dulce, pero también muy llorona.

Lloraba por todo, desde cuando se le caía un juguete hasta si veía a un pajarito triste. Neizan, su hermano mayor, la quería con locura y siempre estaba ahí para consolarla. Pero un día decidió que era hora de enseñarle a su hermana a no llorar por cualquier cosa.

Una tarde, mientras jugaban en el jardín de su casa, Sara tropezó y empezó a sollozar desconsoladamente. "Tranquila, Sara. No pasa nada", dijo Neizan tranquilamente. "Pero me lastimé", respondió ella entre lágrimas.

"Vamos a ver", dijo Neizan mientras revisaba la rodilla de su hermana. "Solo fue un rasguño. Nada grave. "Neizan le mostró cómo limpiar la herida y ponerle una curita. Mientras lo hacían juntos, Neizan le contaba chistes y anécdotas divertidas para distraerla.

"¿Ves? No fue tan terrible después de todo", dijo Neizan con una sonrisa. A partir de ese día, Neizan se propuso ayudar a su hermana a controlar sus emociones y no llorar por cualquier cosa.

Cada vez que Sara sentía ganas de llorar, Neizan le recordaba alguna situación divertida o simplemente la abrazaba hasta que se calmara. Un día, mientras jugaban al escondite en el parque del pueblo, Sara perdió uno de sus zapatos favoritos.

"¡Mi zapato! ¡Lo perdí!" gritó angustiada. En lugar de ponerse a llorar como solía hacer antes, miró a su hermano Neizan quien le guiñó un ojo y le señaló algo detrás de unos arbustos.

Sara corrió hacia allí y encontró su zapato esperándola entre las hojas. "¡Lo encontré! ¡Gracias Neizan!" exclamó felizmente sin rastro alguno de lágrimas en sus ojos.

Desde ese día, Sara aprendió que no todas las situaciones merecían sus lágrimas y que algunas veces bastaba con buscar una solución o pensar positivamente para sentirse mejor. Y todo gracias al amor incondicional y la paciencia de su querido hermano Neizan.

Así, juntos continuaron creciendo y aprendiendo el uno del otro cada día más fuertes como equipo inseparable en esta gran aventura llamada vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!