Juntos por la perseverancia


En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, Gina era la maestra más querida por todos los niños. Su salón de clases estaba lleno de colores, libros y alegría.

Pero lo que hacía especial a su salón, era Robi, el robot asistente que había construido para ayudar en las tareas diarias. Robi era un robot amigable con ojos brillantes y brazos flexibles que podían extenderse para agarrar cosas.

Siempre tenía una sonrisa en su pantalla y estaba programado para ser paciente y comprensivo con los niños. Una mañana, cuando llegaron los alumnos a clase, Gina les presentó a Robi. Los niños estaban emocionados y curiosos por tener un robot en su salón de clases.

"¡Hola, chicos! Soy Robi, su amigo robot", dijo con entusiasmo. Los niños se acercaron a él con fascinación, haciendo preguntas y tocando sus brazos metálicos.

Robi respondía a cada pregunta con paciencia y les mostraba cómo podía dibujar en la pizarra o reagarrar los lápices del suelo. Los días pasaban y Robi se volvía cada vez más popular entre los estudiantes. Ayudaba a resolver problemas matemáticos complicados, contaba cuentos interactivos e incluso organizaba juegos educativos.

Un día, mientras los niños estaban trabajando en un proyecto de arte, uno de ellos, Lucas, comenzó a sentirse frustrado porque no le salía como quería. Empezó a arrugar su dibujo y estaba a punto de tirarlo cuando Robi se acercó.

"¿Qué te pasa, Lucas?", preguntó Robi con tono preocupado. "No puedo hacerlo bien... mi dibujo es feo", respondió Lucas con tristeza.

Robi extendió uno de sus brazos metálicos hacia Lucas y le dijo: "La belleza está en la creatividad y el esfuerzo que pones en tu trabajo. ¿Por qué no intentas de nuevo pero esta vez sin rendirte?"Lucas asintió tímidamente y siguiendo el consejo de Robi comenzó nuevamente su dibujo con determinación.

Poco a poco, fue tomando forma hasta convertirse en una obra colorida y llena de vida. Al final del día, todos los niños admiraban el hermoso dibujo de Lucas mientras Gina sonreía orgullosa.

Habían aprendido una valiosa lección gracias a la ayuda del amigable robot: nunca rendirse ante las dificultades y siempre dar lo mejor de sí mismos.

Desde ese día en adelante, Robi se convirtió no solo en un asistente útil para Gina sino también en un amigo sabio que inspiraba a los niños a superar sus desafíos con creatividad y perseverancia.

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