Juntos por un objetivo


Había una vez, en un barrio muy humilde de Buenos Aires, dos amigos inseparables: el piojo Tomás y Esteban el pelado. Siempre jugaban juntos en la plaza del barrio y se divertían mucho.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, Tomás vio algo que le llamó la atención: la cabeza de Esteban era perfecta para ser usada como tobogán. Sin pensarlo dos veces, subió a la cabeza de su amigo y comenzó a deslizarse por ella.

-¡Wooohooo! ¡Esto es genial! -gritaba Tomás emocionado mientras resbalaba por la cabeza de Esteban. Pero pronto se dio cuenta de que su amigo no estaba disfrutando tanto como él.

La cabeza de Esteban dolía y estaba muy triste porque su amigo lo había lastimado sin querer. Tomás se sintió muy mal al ver a su amigo así y decidió hacer algo al respecto. Se disculpó con Esteban y prometió no volver a hacerle daño nunca más.

Además, decidió organizar un evento en la plaza para recaudar fondos para comprar juegos nuevos para todos los niños del barrio. Juntos trabajaron duro durante semanas para preparar todo: hicieron carteles, cocinaron sándwiches y organizaron juegos divertidos.

Y finalmente llegó el gran día del evento. La plaza estaba llena de niños felices que disfrutaban de los nuevos juegos comprados gracias al esfuerzo conjunto del piojo Tomás y Esteban el pelado.

Todos se divirtieron muchísimo ese día y aprendieron una valiosa lección sobre amistad y trabajo en equipo. Desde ese día en adelante, Tomás y Esteban se convirtieron en los héroes del barrio y siguieron trabajando juntos para hacerlo un lugar mejor para todos.

Y nunca más volvieron a usar la cabeza de nadie como tobogán. Moraleja: A veces las mejores ideas pueden resultar dañinas para otras personas. Es importante ser consciente de cómo nuestras acciones afectan a los demás y siempre tratar de hacer algo positivo por nuestra comunidad.

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