Juntos, sin miedo



Mathias era un niño muy especial. Siempre estaba lleno de energía y alegría, y le encantaba aprender cosas nuevas en la escuela. Un día, la maestra les habló a todos los alumnos sobre los animales domésticos.

"Hoy vamos a hablar sobre los animales que viven con nosotros en casa. ¿Alguno de ustedes tiene alguna mascota?" -preguntó la maestra.

Todos los niños levantaron la mano emocionados, contando las mascotas que tenían en sus hogares: gatos, peces, pájaros e incluso algunos conejos. Pero cuando llegó el turno de Mathias, su voz temblorosa resonó en el salón. "Yo tengo un peerroo", dijo Mathias tímidamente.

La clase se llenó de risas al escuchar la forma peculiar en que Mathias pronunciaba la palabra —"perro" . Al principio, Mathias se sintió un poco avergonzado por las risas de sus compañeros, pero luego recordó lo especial que era su perro para él.

Esa tarde, al regresar a casa, Mathias corrió hacia su patio trasero donde su amigo animal lo esperaba moviendo la cola con entusiasmo. Se sentaron juntos bajo el árbol favorito de Mathias y comenzaron a jugar.

"¿Por qué crees que se ríen cuando dices —"peerro" ?", preguntó el perro con curiosidad. Mathias pensó por un momento y respondió: "Creo que es porque no pronuncio bien la palabra como los demás".

El perro lo miró tiernamente y dijo: "Lo importante no es cómo dices las palabras, sino lo mucho que te importa lo que quieres expresar. Tú amas a tu —"peerro"  con todo tu corazón, y eso es lo que realmente importa". Mathias sonrió al escuchar estas palabras sabias de su fiel compañero.

Comprendió entonces que no importaba si decía —"perro"  de una manera diferente; lo importante era el amor y cuidado que sentía por su querida mascota.

A partir de ese día, Mathias dejó de preocuparse por cómo pronunciaba ciertas palabras o qué pensarían los demás al respecto. Aprendió a valorar su singularidad y a ser seguro de sí mismo tal como era. Y así, entre juegos y ladridos felices, Mathias y su —"peerro"  compartieron momentos inolvidables llenos de amor y complicidad.

Porque al final del día, lo único verdaderamente importante era el cariño sincero que existía entre ellos.

FIN.

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