Juntos somos únicos



Había una vez en un hermoso bosque, una tortuga llamada Tomás que vivía feliz bajo la sombra de un frondoso árbol. A Tomás le encantaba recorrer el bosque despacio, disfrutando cada detalle a su alrededor.

Un día, mientras caminaba cerca de un arroyo, escuchó unos ruidos extraños provenientes del otro lado del agua. - ¿Qué será eso? - se preguntó Tomás con curiosidad.

Decidido a descubrirlo, se acercó al borde del arroyo y vio a un grupo de animales discutiendo acaloradamente. Había un zorro astuto, un conejo veloz y un pájaro cantarín. - ¡No podemos decidir quién es el más rápido! - exclamó el conejo.

- Yo soy el más listo y rápido de todos - afirmó el zorro con arrogancia. - Y yo soy el que mejor canta - agregó el pájaro orgulloso. Tomás carraspeó para llamar su atención y todos los animales lo miraron sorprendidos.

- ¿Y usted quién es? - preguntó el zorro con desdén. Tomás sonrió amablemente y dijo:- Soy Tomás, la tortuga. Puedo no ser tan rápido como ustedes, pero tengo algo especial que puedo compartir con todos. Los animales se miraron entre sí intrigados por las palabras de Tomás.

Él les propuso realizar una carrera en equipo donde cada uno pudiera demostrar sus habilidades únicas para lograr un objetivo común: llegar juntos al final del camino antes de que caiga la noche.

El zorro aceptó desafiado, el conejo asintió emocionado y el pájaro trinaba felizmente.

Comenzaron la carrera con entusiasmo, cada uno aportando lo mejor de sí mismo: el zorro marcaba estrategias para sortear obstáculos, el conejo corría veloz buscando atajos y el pájaro cantaba melodías motivadoras para mantener alto el ánimo del equipo. Mientras tanto, Tomás avanzaba firme pero lento hacia la meta sin perder nunca su sonrisa tranquilizadora. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte cuando finalmente llegaron juntos al final del camino.

Los animales estaban exhaustos pero felices por haber logrado trabajar en equipo y aprender a valorar las diferencias de cada uno. - ¡Lo logramos gracias a ti, Tomás! - exclamaron los animales abrazándolo emocionados.

Desde ese día, los cuatro amigos se reunían regularmente para realizar diferentes actividades donde cada uno podía destacarse por sus talentos únicos.

La tortuga enseñó a los demás que no importa cuán diferentes seamos o qué habilidades tengamos; lo importante es trabajar juntos hacia un objetivo común valorando y respetando las fortalezas de cada uno.

FIN.

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