Justin y su Avión de Sueños
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Avión, un niño llamado Justin que soñaba con volar.
Desde que era muy chico, miraba al cielo y veía a los pájaros surcando el aire con libertad, y él también quería experimentar esa sensación de libertad. Un día, mientras jugaba en su patio trasero, Justin tuvo una brillante idea: ¡iba a construir su propio avión para poder volar! Sin pensarlo dos veces, se puso manos a la obra.
Buscó madera en el desván de su casa, tomó prestadas algunas herramientas del abuelo y se puso a trabajar. Día tras día, Justin dedicaba todo su tiempo libre a construir su avión.
No fue fácil; cometió muchos errores y tuvo que empezar de nuevo varias veces. Pero cada vez que sentía ganas de rendirse, recordaba por qué había empezado todo: porque quería cumplir su sueño de volar.
Finalmente, después de semanas de arduo trabajo y dedicación, el avión estaba listo. Era un avión pequeño y algo tosco, pero para Justin era perfecto. Estaba ansioso por probarlo y sentirse como un verdadero piloto. Una mañana soleada, Justin llevó su avión al campo abierto detrás de su casa.
Se colocó los lentes protectores que había hecho con gafas viejas y se aseguró bien el casco improvisado con una olla grande. Con un poco de nerviosismo pero mucha emoción, subió al avión.
"¡Listo para despegue!", exclamó Justin emocionado mientras empujaba el acelerador hecho con una palanca encontrada en el garaje. El avión comenzó a moverse lentamente por el campo hasta que cobró velocidad y finalmente despegó del suelo.
¡Justin estaba volando! Sentía el viento en su rostro y veía todo desde arriba como siempre lo había imaginado. Pero justo cuando empezaba a disfrutar plenamente del vuelo, sintió que algo no iba bien.
El motor empezó a hacer ruidos extraños y el avión comenzó a perder altura rápidamente. "¡Oh no! ¿Qué está pasando?", exclamó Justin preocupado mientras intentaba mantener la calma.
A pesar del miedo que sentía en ese momento, Justin recordó todas las horas de esfuerzo que había dedicado para llegar hasta ahí. Recordó cómo superó los obstáculos durante la construcción del avión y cómo nunca se rindió ante las dificultades.
Con determinación en sus ojos e ingenio en su mente, Justin buscó una solución rápida antes de que fuera demasiado tarde. Recordando algo que había leído sobre aerodinámica (gracias al libro prestado por la bibliotecaria), ajustó unas cuerdas improvisadas para estabilizar el vuelo del avión.
Gracias a su valentía e inteligencia inesperada para alguien tan joven como él, logró controlar nuevamente la nave y hacer un descenso seguro hacia tierra firme. Aterrizaje forzoso pero exitosoAl bajar del avión entre aplausos espontáneos provenientes desde todos los rincones cercanos, Justin recibió felicitaciones por parte vecinos quienes habían visto toda la escena.
Estaban sorprendidos por la valentia mostrada ante tal situación. Desde ese día en adelante, Justin siguiò soñando con perfeccionarse más aún, y poder algún dìa convertirse realmente en piloto profesional. Sabìa ahora qué debìa estudiar mucho más profundamente sobre aeronaútica.
Y claro, contar tambien con asesoramiento adecuado.. Y así fue como Justin aprendió una gran lección: nunca rendirse ante los obstáculos y siempre seguir tus sueños sin importar lo imposible o difícil que parezcan ser..
Y también comprendiò qué hay momentos donde pedir ayuda es fundamental. Desde entonces, Villa Aviòn nunca olvidaría aquél día donde uno d sus habitantes decidiò apostarlo todo x cumplir sus anhelos. Y quién sabe si alguna vez llegara verlo cruzando nuevamente los cielos...
FIN.