Justina y las aventuras del Valle de Hadas



Era una soleada mañana en el encantador Valle de Hadas, donde vivía Justina, una nena de 6 años que practicaba gimnasia deportiva. Con su pelo rizado y su gran sonrisa, a menudo decía: "Soy una princesa del valle de hadas, y quiero ser mamá de una nena y un nene. ¡Tendrán aventuras como yo!"-

Su tía Ana, que era su amiga y cómplice, siempre la animaba. "¡Claro que sí! Las princesas siempre tienen historias increíbles. ¿Qué aventura tendrás hoy, Justina?"-

Justina pensó un momento y respondió: "Hoy quiero hacer algo mágico. Vamos al bosque a encontrar hadas, tía Ana. ¿Te imaginas?"-

Ana sonrió y juntas se pusieron en marcha hacia el misterioso bosque. Con cada paso, Justina saltaba y giraba, practicando su gimnasia mientras imaginaba que volaba. Al llegar a un claro del bosque, comenzaron a buscar hadas.

De repente, escucharon un susurro: "¡Hola, princesas!"- Era una pequeña hada con alas brillantes. "¿Qué buscan en mi bosque?"-

Justina, emocionada, contestó: "¡Queremos aventuras mágicas!"-

El hada sonrió, "Entonces deben ayudarme a recuperar mi polvo mágico que se perdió en el río. Sin él, no podré volar para realizar mis hechizos"-.

"¡Sí! ¡Vamos!"- gritaron Justina y Ana. Y con un salto, empezaron a correr hacia el río.

Al llegar, vieron que el polvo brillante estaba atrapado en una piedra resbalosa. "¿Cómo lo sacamos?"- se preguntó Justina. Ana pensó y dijo: "Tal vez si combinamos las acrobacias de gimnasia con tu imaginación, podamos llegar a ese polvo mágicamente"-.

Justina comenzó a realizar su rutina de gimnasia: rodadas, saltos y giros. En uno de sus saltos, logró agarrar la piedra y hacerla girar. Con un giro final, el polvo mágico voló por los aires, brillando como las estrellas.

El hada aplaudió con alegría: "¡Lo lograron! Ahora puedo volar de nuevo y otorgarles un deseo. ¿Qué desean, princesas?"- Justina pensó en grande y expresó: "Quiero que siempre tengamos aventuras juntos, siempre juntas, como una familia"-.

El hada asintió y, con un toque de su varita, entregó a Justina y Ana un medallón brillante. "Este medallón traerá más aventuras. Solo deben llevarlo siempre consigo"-.

Gracias al medallón, Justina y Ana vivieron innumerables aventuras a lo largo de los años: viajaron a tierras mágicas, conocieron personas misteriosas y, por supuesto, hicieron ejercicio. A Justina le encantaba practicar gimnasia y competir, siempre con el sueño en su corazón de convertirse en una mamá maravillosa algún día.

Pasaron los años y Justina creció, siempre con su corazón de princesa. Pasaba tiempo con su tía Ana y empezaron a planear un gran sueño. "Cuando sea grande, voy a tener un casamiento mágico, como en los cuentos de hadas"- decía Justina emocionada.

Ana le preguntó un día: "Y, Justina, ¿cómo será tu casamiento?"- Ella respiró hondo y respondió : "¡Con muchos amigos y familiares! Y mi pequeña nena y mi nene también estarán. ¡Y ustedes bailarán en la pista con nosotros!"-

El tiempo pasó rápido, y llegó el día tan esperado. Justina, ahora una joven hermosa, estaba a punto de casarse. Su corazón latía fuerte al ver que su tía Ana la ayudaba a prepararse.

Finalmente, llegó el momento, y, en un bello jardín lleno de flores, Justina se estaba casando.

Cuando todo terminó, se acercó a su tía y le dijo: "Gracias, tía Ana. Sin tus aventuras y sueños, no habría sido posible. Nuestro medallón maravilloso siempre nos ha llevado a nuevas historias"-.

Ana la abrazó y respondió: "Siempre será así, Justina. Las princesas nunca dejan de fantasear"-.

Y así, Justina continuó soñando en el Valle de Hadas, sabiendo que siempre habría más aventuras por explorar, porque una princesa siempre tiene historias que contar.

FIN.

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