Justinas Green Journey



Había una vez una niña llamada Justina, tenía 5 añitos y era rusa. Aunque vivía en Bahía Blanca, Argentina, sus padres Aldana y Roberto siempre le hablaban de su origen ruso con mucho amor.

Justina tenía un perrito llamado Chimuelo, que la acompañaba a todos lados. Juntos disfrutaban de largos paseos por el parque y las tardes de juegos en la playa de Claromecó.

Un día soleado, Justina decidió invitar a sus abuelos Nancy y Carlos a pasar el día en la playa. Estaba emocionada por compartir ese lugar tan especial con ellos. Cuando llegaron a Claromecó, se encontraron con una sorpresa: había mucha basura esparcida por toda la costa.

Justina se entristeció al ver cómo el hermoso paisaje estaba siendo dañado por la falta de cuidado de algunas personas.

- ¡Qué tristeza! - exclamó Justina con lágrimas en los ojos - ¿Por qué no podemos tener playas limpias? Sus abuelos comprendieron su frustración y decidieron convertir esa experiencia negativa en algo positivo. Juntos, comenzaron a reagarrar la basura que encontraban mientras caminaban por la playa.

- Miren lo que encontré - dijo Chimuelo emocionado mientras sostenía un viejo balde roto - ¡Podemos usar esto para recolectar más basura! La familia se dividió en equipos y empezaron a limpiar todo lo que encontraban a su paso. A medida que avanzaban, otras personas se sumaban al esfuerzo compartido.

Poco a poco, Claromecó volvía a lucir hermosa y limpia. Justina estaba feliz de ver cómo su pequeño gesto había inspirado a los demás.

- ¡Miren lo que logramos juntos! - exclamó Justina con una sonrisa - Si todos nos unimos, podemos cuidar nuestras playas y hacer del mundo un lugar mejor. Desde aquel día, la playa de Claromecó se convirtió en un ejemplo de limpieza y cuidado para todas las personas que la visitaban.

Justina se sentía orgullosa de haber hecho una diferencia y aprendió la importancia de proteger el medio ambiente. Aldana, Roberto, Nancy, Carlos y Chimuelo también aprendieron una valiosa lección: que incluso los actos más pequeños pueden tener un gran impacto si se realizan con amor y compromiso.

Y así, Justina siguió creciendo con el amor incondicional de su familia, compartiendo momentos especiales en la playa de Claromecó mientras disfrutaba del sol, la arena y el mar.

FIN.

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