Kaede y el Maravilloso Mundo de los Dientes



Había una vez una niña llamada Kaede que vivía en un barrio lleno de árboles y flores. Kaede era muy alegre, pero tenía un pequeño miedo: temía que se le cayeran los dientes. Cada vez que se miraba en el espejo y veía su sonrisa, pensaba en lo horribles que serían esos momentos y cómo se quedaría sin dientes.

Un día, mientras jugaba en el parque, su amiga Sofía le dijo:

"Oye, Kaede, mi mamá dice que perder un diente es algo emocionante. Es como una aventura".

Kaede frunció el ceño y respondió:

"No sé, Sofía. A mí me da miedo. ¿Qué pasa si todos se ríen de mí?".

Sofía sonrió y sugirió:

"¡Yo creo que tenés que conocer al Ratón Pérez! Dicen que él hace que perder un diente sea muy divertido".

Intrigada, Kaede decidió que debía hacer algo al respecto. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, miró su espejo y murmuró:

"No quiero que me pasen cosas malas. Prefiero quedarme así".

Entonces, de repente, una suave luz iluminó su habitación. Un pequeño hada, con alas brillantes y una varita mágicamente chispeante, apareció frente a su cama.

"Hola, Kaede. Soy el Hada de los Dientes. He venido a hablar contigo".

Kaede, sorprendida, le preguntó:

"¿Tú… tú eres de verdad?".

"Sí, soy real. Quiero que sepas que no hay nada de qué tener miedo. Cuando se te cae un diente, es solo una señal de que estás creciendo. Y además, cada vez que eso sucede, recibís una visita especial".

Curiosa, Kaede sonrió, pero aún no podía evitar sentir un poco de nervios.

"¿Quién viene?".

El hada rió suavemente y contestó:

"El Ratón Pérez. Él recoge los dientes que se han caído y los cambia por un regalo, algo que realmente desees".

Kaede se quedó pensando. Entonces, el hada continuó:

"¿Te gustaría conocerlo?".

Kaede asintió con la cabeza, emocionada y con algo de nervios. El hada levantó su varita y, de repente, el Ratón Pérez apareció, con su pequeño sombrero y una gran sonrisa.

"¡Hola, Kaede!" dijo Pérez con voz amistosa. "He escuchado que tienes un poco de miedo".

"Sí, tengo miedo de perder mis dientes..." replicó Kaede, sintiéndose ahora más tranquila por tener a los dos a su lado.

El Ratón le explicó:

"Pérdida de dientes es algo natural, y no hay que tenerle miedo. Cuando un diente se cae, es porque está dando lugar a uno nuevo, más fuerte. A mí me encanta ayudar a los niños como vos. Y no te preocupes, no te dejaré sola: ¡siempre tendré un regalo para vos!".

Kaede se sintió llena de alegría y curiosidad.

"¿Qué tipo de regalo?" preguntó.

El Ratón Pérez guiñó un ojo.

"¡Eso es una sorpresa! Pero puedes elegir, puede ser un libro, un juguete o algo especial. Solo tienes que escribirme una nota".

Inmediatamente, Kaede comenzó a soñar con todas las maravillas que podría recibir.

Y así, los tres amigos pasaron la noche hablando y riendo. Kaede se dio cuenta de que, en realidad, perder un diente sería una experiencia divertida, llena de sorpresas.

Días después, mientras comía una manzana crujiente, sintió un ligero movimiento en su boca. ¡Su primer diente se había aflojado! En lugar de asustarse, sonrió y pensó en su nueva amiga, el Hada de los Dientes, y en el Ratón Pérez. Se sintió echada a volar de alegría y gritó:

"¡Mamá, mamá! ¡Se me está cayendo un diente!".

Su mamá miró sorprendida y le dijo:

"¡Eso es genial, amor!".

Como si lo hubiera sentido, el Ratón Pérez apareció esa noche en su ventana, y junto con el hada, la animaron a escribir su primera nota.

"Querido Ratón Pérez,"

"¡Estoy muy emocionada! Gracias por ayudarme!"

"Me gustaría un cuento de aventuras, ¡por favor!".

Y esa noche, Kaede dejó su diente debajo de la almohada con la nota escrita a mano. Al amanecer, encontró un hermoso libro de aventuras al lado de su almohada.

Desde entonces, cada vez que se le caía un diente, Kaede los aceptaba como una emocionante aventura, y siempre esperaba a su amigo el Ratón Pérez.

Al mirar en el espejo, en lugar de temer la pérdida, Kaede sonreía.

"¡Cada diente que se va, es un nuevo recuerdo esperando a ser contado!".

Y así, Kaede aprendió que todo cambio trae consigo nuevas oportunidades y aventuras. Y, por supuesto, nunca olvidó la magia de ser una niña con sueños.

FIN.

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