Kai y el Color de la Amistad
Kai era un niño al que le encantaba el arte, pero había un pequeño problema: no sabía dibujar tan bien como sus compañeros. Mientras ellos hacían hermosos dibujos de paisajes y animales, Kai luchaba por trazar simples figuras. Esto, lamentablemente, no pasó desapercibido para sus compañeros.
Un día, durante la clase de artes, Kai intentó dibujar un perro, pero lo que salió de su lápiz parecía más bien un gato. Un grupo de niños comenzó a reírse.
"¡Mirá ese perro, parece un ratón!" - se burló Tomás, el más rápido para hacer chistes.
"No sabés dibujar, Kai!" - gritó Valentina, con una risa burlona.
Kai se sintió triste y su rostro se sonrojó. En ese momento, la maestra, la señora Esperanza, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Ella se acercó al grupo y les habló con firmeza.
"Chicos, todos aprendemos a ritmos diferentes. Kai está dando lo mejor de sí. La amabilidad y el apoyo son más importantes que la perfección en el arte. ¿No creen?" - dijo la señora Esperanza, mirando a cada uno de ellos.
Los niños murmuraron y, aunque algunos no estaban del todo convencidos, la señora Esperanza pidió que se acercaran a Kai.
"Kai, ¿qué te parece si trabajamos juntos en el siguiente proyecto?" - propuso Luisa, que era una de las mejores dibujantes de la clase.
"Sí, podemos ayudarte a practicar. Yo también puedo enseñarte algunos trucos" - añadió Simón, otro niño que había escuchado a Luisa.
Kai, sorprendido, sonrió. No podía creer que, después de todo lo que había pasado, sus compañeros quisieran ayudarlo. En los días siguientes, se formó un nuevo grupo de trabajo. Mientras dibujaban, compartían risas y anécdotas. Kai se sintió cada vez más en confianza.
Llegó el día de la exposición de arte de la escuela. Cada alumno debía presentar su trabajo. Kai, con un poco de nervios, decidió exhibir su dibujo junto a los de sus amigos.
"Voy a mostrar lo que aprendí, aunque aún no sea perfecto" - se repitió a sí mismo mientras se preparaba.
Al final de la jornada, cuando todos los padres llegaron, la señora Esperanza pidió a los niños que presentaran sus dibujos.
"Hoy quiero que Kai sea el primero en mostrar su arte" - anunció la maestra con una gran sonrisa.
Kai dio un paso al frente, sosteniendo su dibujo.
"Yo dibujé este perro... y aunque no se vea como lo quería, me alegra mucho que mis amigos me hayan ayudado y apoyado" - dijo, sintiéndose orgulloso.
Los compañeros aplaudieron.
"¡Es un perro único!" - gritó Valentina.
"Me encanta, ¡tiene un estilo especial!" - añadió Tomás.
La sala se llenó de aplausos y Kai sintió que su corazón se llenaba de alegría. La maestra observó con satisfacción.
"Esto es lo que se llama la magia de la amistad y el trabajo en equipo. Kai, tu dibujo puede no ser perfecto, pero hoy nos has enseñado algo mucho más importante: la valentía de mostrar tu arte y el poder de la unión" - dijo la señora Esperanza, emocionada.
Desde aquel día, Kai ya no se sentía solo en su viaje artístico. Sus compañeros no solo fueron su apoyo, sino que también se convirtieron en sus grandes amigos. Ahora, cada vez que se sentaba a dibujar, lo hacía con una sonrisa en el rostro. Y así, aprendió que, aunque a veces las cosas llevan tiempo, con esfuerzo y buenos amigos, se podía lograr lo que se propusiera.
FIN.