Kaleb, el Sr Caos y el Parque de los Amigos
Era un día soleado y Kaleb y su perro, el Sr. Caos, decidieron ir al parque. Kaleb quería hacer nuevos amigos, pero se sentía un poco tímido. El parque estaba lleno de niños jugando, pero él no sabía cómo acercarse a ellos.
"¿Cómo haremos para conocer a otros niños, Sr. Caos?" - preguntó Kaleb mientras acariciaba la cabeza de su perro.
El Sr. Caos, un perro animal de orejas largas y traviesas, ladró alegremente como si tuviera la respuesta.
"Es fácil, Kaleb. Solo tienes que ser tú mismo y empezar a jugar. Mira, esos niños están jugando a la pelota. ¿Por qué no nos acercamos?" - sugirió el Sr. Caos, aunque claro, no hablaba. Kaleb se rió de cómo su perro pareció entenderlo.
Timidamente, se acercaron a los niños que estaban pateando la pelota.
"Hola, chicos. ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Kaleb con una voz temblorosa.
Los niños se miraron entre sí, y uno de ellos, llamado Lucas, respondió:
"Claro, pero ¿tienes una pelota?"
Kaleb miró a su alrededor y se dio cuenta de que no había traído ninguna. La incertidumbre lo invadió nuevamente. Pero el Sr. Caos, siempre lleno de energía, corrió en círculos, ladrando emocionado.
"¡Mirá, Kaleb! ¡El Sr. Caos tiene su propia forma de jugar!" - exclamó Lucas mientras reía al ver al perro haciendo piruetas.
"Es verdad, él parece estar divirtiéndose muchísimo" - respondió Kaleb sonriendo por primera vez.
Decidió que no todo se trataba de tener una pelota.
"¿Podemos jugar con mi perro?" - preguntó Kaleb. Los niños se emocionaron con la idea y comenzaron a jugar con el Sr. Caos, lanzándole palos y corriendo por todo el parque.
Mientras jugaban, Kaleb sintió cómo los nervios se desvanecían. Se unió a la diversión y empezó a reír con los otros niños.
"¡Mirá cómo corre!" - gritó uno de los niños, mientras el Sr. Caos traía su primer palo de vuelta, lleno de tierra en su hocico. Todos aplaudieron.
De repente, un niño se cayó y se rasguñó la rodilla. Kaleb se acercó rápidamente.
"¡Estás bien!" - exclamó preocupado.
"Sí, solo me raspé un poco. Pero no puedo seguir jugando" - dijo el niño con lágrimas en los ojos.
Kaleb pensó que era una oportunidad para demostrar amistad.
"Si quieres, puedo quedarme contigo. ¿Te gustaría que jugásemos juntos un ratito?" - le ofreció.
El niño asintió con la cabeza.
"Me gustaría, pero no tengo juguetes. Tengo un muñeco de peluche en el bolso, pero no es muy divertido" - Se quejó.
Kaleb, con una sonrisa, dijo:
"No importa. Podemos inventar un juego juntos" - y, mientras pensaban en un juego nuevo, el Sr. Caos se acercó y lamió la cara del niño.
"¡Ja! ¡Eso me hace reír!" - dijo el niño, olvidando su rasguño por un momento.
Así, Kaleb empezó a compartir su imaginación. Jugaron a ser detectives, descubriendo misterios en el parque con el Sr. Caos como su fiel compañero.
Poco después, mientras Kaleb y el otro niño se divertían, los demás se acercaron a ver de qué se trataba el juego.
"¿Podemos jugar también?" - preguntaron los otros niños entusiasmados.
"Claro, ¡entre más seamos, mejor!" - dijo Kaleb, encantado.
La tarde pasó volando, entre risas y juegos, mientas el Sr. Caos corría de un lado a otro, siempre al centro de la diversión.
Al final del día, Kaleb se dio cuenta de que hacer amigos no era tan complicado después de todo. Solo tenía que ser él mismo, compartir una sonrisa e invitar a jugar. Cuando todos se despidieron, Kaleb se sintió feliz.
"¡Hicimos un montón de amigos hoy, Sr. Caos!" - dijo Kaleb, acariciando el pelaje de su perro.
El Sr. Caos ladró como si entendiera todo.
Entonces, Kaleb comenzó a pensar en el próximo recorrido al parque: ya no lo haría solo, sino acompañado de sus nuevos amigos y su mejor compañero, el Sr. Caos. Así, prometió explorar más parques, esperando nuevas aventuras y más risas junto a sus amigos.
Y así, Kaleb aprendió que solo necesitas un poco de valor y un amigo animal para abrir la puerta a nuevas amistades.
FIN.