Kamed y su amigo ¿Pa que?



Era un día soleado en el barrio de Kamed, un niño de diez años que destacaba por su inteligencia y su curiosidad insaciable. Siempre estaba rodeado de libros y experimentos en su jardín. Su mejor amigo era un perro negro al que le había puesto el nombre de ¿Pa que? , un nombre peculiar que siempre hacía reír a todos. Kamed había encontrado a ¿Pa que? en una tarde de tormenta y, desde entonces, el perro lo acompañaba en todas sus aventuras.

Un día, mientras Kamed estaba en su jardín observando unas hormigas trabajar, se le ocurrió una idea brillante.

- “¿Pa que, qué pasaría si construyéramos una casa para hormigas? Podríamos estudiar cómo se organizan y viven.” - Dijo Kamed emocionado.

- “Grrr…” - Respondió ¿Pa que? moviendo la cola, como si estuviera de acuerdo.

Sin perder tiempo, Kamed se puso a buscar cajas viejas, tubos de cartón y un montón de tierra. Con paciencia y entusiasmo, fue armando una pequeña casa en un rincón de su jardín. Una vez listo, invitó a sus amigos a ver el proyecto.

Al llegar sus amigos, María y Lucas, se asombraron al ver la casa que Kamed había construido.

- “¡Es increíble, Kamed! ¿En serio vas a vivir con las hormigas? ” - preguntó María, riendo.

- “No, pero es para observarlas. Vamos a aprender! ” - respondió Kamed mientras explicaba cada detalle de la casa.

Los días pasaron y Kamed junto a sus amigos pasaban horas observando a las hormigas. Anotaban en un cuaderno todo lo que veían: cómo llevaban comida, cómo construían túneles y hasta cómo se ayudaban mutuamente. Pero un día, mientras Kamed hacía una observación, se dio cuenta de algo sorprendente: había una fila de hormigas que parecían estar en problemas.

- “¿Pa que, mira eso! Parecen estar buscando algo” - dijo Kamed, señalando a las hormigas.

- “Grrr...” - gruñó ¿Pa que? , olfateando el aire.

Kamed decidió intervenir. Junto a sus amigos, siguió la fila de hormigas y descubrieron que estaban intentando llevar un trozo de pan que era demasiado grande para ellas. Kamed pensó rápidamente.

- “Si le cortamos el pan en pedacitos, ellas podrán llevarlo mejor.” - sugirió Kamed.

- “¡Buena idea! ” - exclamó Lucas.

Con cuidado, cortaron el pan en trozos pequeños y comenzaron a dejarlo cerca de las hormigas. Para su sorpresa, las hormigas comenzaron a trasladar los pedazos rápidamente, agradecidas por la ayuda.

- “Mirá, ¡están felices! ” - dijo María con una sonrisa.

- “¡Lo logramos! A veces, solo necesitan un poco de ayuda” - agregó Kamed, sintiéndose muy orgulloso.

Al regresar al jardín, todos estaban emocionados por lo que habían aprendido ese día.

- “Kamed, ¡deberíamos hacer un proyecto de investigación sobre hormigas para la escuela! ” - sugirió Lucas.

- “Sí, podemos compartir lo que descubrimos y hasta ayudar a otros a comprender cómo viven. A veces, hay que ser amables y ayudar, incluso a los más pequeños” - respondió Kamed.

Esa idea creció rápidamente y en la semana siguiente, Kamed y sus amigos estaban preparados con su proyecto. Presentaron las observaciones sobre la casa de hormigas, incluyendo cómo a veces los animales también necesitan ayuda. Los profesores y compañeros quedaron impresionados.

- “¡Gran trabajo, Kamed! ¡Has sido un gran líder! ” - felicitó su maestra.

- “Gracias, pero no lo hice solo. Todos ayudamos juntos, incluso ¿Pa que? ” - dijo Kamed mientras acariciaba a su fiel perro.

A partir de entonces, Kamed no solo se volvió conocido por su inteligencia, sino también por su gran corazón y su disposición a ayudar a los demás, sin importar el tamaño de quien necesitara asistencia. Kamed y ¿Pa que? seguían explorando, aprendiendo y ayudando a todos los que encontraban en su camino. Juntos, demostraron que a veces, la curiosidad y la solidaridad van de la mano para hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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