Karim y el hechizo salvador


con un hada madrina que estaba reagarrando flores en el jardín. El hada madrina, al ver a la abuela preocupada, se acercó y le preguntó qué le sucedía.

- ¿Qué te preocupa, querida abuela? -preguntó el hada con voz dulce. La abuela explicó cómo Karim se desmayó después de comer unas galletas ofrecidas por una persona mala que encontraron en la casa.

El hada madrina frunció el ceño al escuchar esto y decidió ayudar a la abuela a salvar a Karim. El hada madrina sacó su varita mágica y dijo unas palabras misteriosas. De repente, aparecieron dos caballos blancos con brillantes alas de mariposa.

La abuela montó en uno de los caballos mientras que el hada montaba en el otro junto con Karim desmayado entre sus brazos. Los caballos alzaron vuelo y llevaron a la abuela, al hada madrina y a Karim hacia un hermoso castillo en las nubes.

Allí, fueron recibidos por unicornios bailarines y duendes amigables que les indicaron el camino hacia la sala del trono donde los esperaba la Reina de las Hadas.

- ¡Oh, querida abuela! Veo que has traído un pequeño visitante inesperado -dijo la Reina de las Hadas con una sonrisa cálida-. No temas, estamos aquí para ayudar. El hada madrina explicó lo sucedido con las galletas mágicas y la Reina de las Hadas asintió comprensiva.

Con un gesto de su mano, hizo aparecer un tazón lleno de frutas brillantes y saludables. - Karim, querido niño -dijo la Reina-, come estas frutas mágicas para contrarrestar el efecto negativo de las galletas malvadas. Karim despertó lentamente y vio las jugosas frutas frente a él.

Sin dudarlo, comenzó a comerlas mientras sentía cómo recuperaba sus fuerzas poco a poco. La abuela miraba feliz mientras el hada madrina hacía girar su varita para eliminar cualquier rastro del malvado hechizo.

Después de un tiempo, Karim se sintió completamente recuperado y lleno de energía gracias a las bondadosas acciones de la Reina de las Hadas y sus amigos mágicos. Agradecido, prometió ser más cuidadoso con lo que aceptaba de extraños en el futuro.

Con una última bendición del hada madrina, los tres emprendieron el regreso a casa montando los caballos alados.

Desde ese día en adelante, Karim supo valorar no solo la importancia de una alimentación saludable sino también la magia del amor y la solidaridad que pueden salvarnos en momentos difíciles.

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