Karina y el Reloj Mágico
Había una vez en un pequeño pueblo, una maestra llamada Karina. Ella era la mejor maestra que los niños podían tener. Siempre contaba historias fascinantes, hacía experimentos divertidos y ayudaba a cada uno de sus alumnos con su tarea. Sin embargo, había un pequeño problema: ¡Karina siempre llegaba tarde a la escuela!
Un día, mientras sus alumnos esperaban ansiosamente en el aula, Pedro, el más travieso de todos, preguntó:
- ¿Por qué siempre llega tarde, señorita Karina?
Los demás niños comenzaron a murmurar, a reírse, y algunos hasta señalaron el reloj de la pared.
- ¡Sí! ¡Siempre es la última en llegar! - agregó Valentina -
Karina, al escuchar palabras así, sonrió y dijo:
- Sabes, chicos, a veces las cosas no salen como uno las planea, pero siempre hay una razón. Ayer estaba ayudando a un pajarito que se había caído de su nido.
Los niños se quedaron quietos, sorprendidos por la historia. Todos querían saber más.-
- ¿Qué pasó con el pajarito? - preguntó Juanito.
- Lo cuidé y pude devolverlo a su hogar. No podía dejarlo solo, ¡imagínense! - explicó Karina con entusiasmo.
Esa tarde, los alumnos decidieron hacer algo especial para ayudar a su maestra. Entonces, Valentina tuvo una idea brillante:
- ¿Y si le hacemos un reloj mágico? ¡Uno que la ayude a llegar a tiempo!
Los niños comenzaron a trabajar en secreto. Unieron cartón, papel brillante, y dibujaron números de colores. Con mucha dedicación, crearon un hermoso reloj.
Al día siguiente, cuando Karina llegó, se encontró con sus alumnos gritando:
- ¡Sorpresa, señorita Karina!
Ella observó el reloj y los miró con sorpresa:
- ¡Es hermoso!
- Es un reloj mágico - dijo Juanito - ¡Y te ayudará a llegar a tiempo!
Karina dejó el reloj en su escritorio y comenzó a planear el día mientras los niños tomaban asiento. Sin embargo, a la mañana siguiente, el reloj sonó con un campanazo fuerte y gracioso, pero ella no lo escuchó. Cuando el timbre de la escuela sonó, Karina miró su reloj, y se dio cuenta de que se había pasado de tiempo nuevamente
Los niños estaban impacientes.
- ¡Señorita Karina, el reloj no funciona!
Karina se rió y dijo:
- A veces los relojes mágicos necesitan que les demos un poco de ayuda. Quizás necesiten magia de cada uno de ustedes.
Y así, la maestra Karina y sus alumnos comenzaron a pensar en cómo podrían mejorar la situación.
Pedro, con una chispa de inspiración, propuso:
- ¿Y si hacemos un plan? Todos los días podríamos ayudarnos para que llegue a tiempo.
Entonces, los niños decidieron que cada uno se encargara de recordarle a Karina que tenía que irse a su casa un poco antes, incluso se ofrecieron a acompañarla para que no se distrajera ayudando a los animalitos.
Los días pasaron y cada vez Karina llegaba más temprano. Un día, la maestra se sorprendió al llegar justo a tiempo.
- ¡Llegué! - gritó feliz.
Los niños celebraron:
- ¡Lo logramos!
La sonrisa en el rostro de Karina iluminaba aún más el aula, y los estudiantes se sintieron orgullosos de haber ayudado a su maestra.
Con el tiempo, Karina no solo llegó a tiempo por su propio esfuerzo, sino también por el apoyo incondicional de sus alumnos.
Y así, en ese pequeño pueblo, no solo aprenderían de los libros, sino también que juntos podían lograr lo que pareciera imposible.
Finalmente, Karina dijo a sus alumnos:
- Gracias, chicos. Hoy entendí que a veces, un poco de ayuda mágica y trabajo en equipo pueden hacer que los problemas se resuelvan.
Y todos juntos, se rieron y disfrutaron del resto de la clase, sabiendo que cada día podía ser una nueva aventura gracias a la magia de la amistad.
Desde entonces, Karina nunca volvió a llegar tarde a la escuela.
Y así, los niños aprendieron que no importa lo que pase, siempre se puede contar con los amigos para superar los obstáculos.
Fin.
FIN.