Karina y la bicicleta mágica



Karina había descubierto una nueva forma de transporte: la bicicleta. Desde que comenzó a ir al trabajo en bici, su vida cambió por completo.

Ahora se sentía más saludable y feliz, y además estaba haciendo algo bueno por el planeta. Un día, mientras pedaleaba hacia el trabajo, Karina se encontró con un grupo de niños que estaban jugando en la calle.

Uno de ellos le preguntó:- ¿Por qué vas en bicicleta? - Porque me gusta y es bueno para el medio ambiente -respondió Karina. - ¡Yo también quiero ir en bici! -exclamó otro niño. Karina sonrió y les explicó cómo debían hacer para aprender a andar en bicicleta.

Les dio algunos consejos sobre seguridad vial y les animó a probarlo. Esa noche, Karina llegó a casa pensando en los niños que había conocido esa mañana. Se dio cuenta de que muchos niños no tenían acceso a una bicicleta o no sabían cómo andar en ella.

Entonces tuvo una idea: ¿y si organizaba un taller gratuito para enseñarles? Al día siguiente, Karina fue al trabajo con una gran sonrisa en la cara.

Le contó su idea a sus compañeros de oficina y les pidió ayuda para conseguir las bicis y los materiales necesarios. Los días siguientes fueron muy intensos para Karina: trabajaba durante todo el día y luego dedicaba varias horas a preparar el taller.

Pero cada vez que pensaba en los niños que iban a participar, se llenaba de energía y entusiasmo. Finalmente llegó el gran día del taller. Un grupo numeroso de niños se acercaron al parque donde se realizaba el evento.

Karina estaba muy emocionada y nerviosa al mismo tiempo. - ¡Bienvenidos a todos! -dijo con una gran sonrisa-. Hoy vamos a aprender a andar en bicicleta. Los niños la miraron con curiosidad y algunos se pusieron un poco nerviosos.

Pero Karina les explicó todo con mucha paciencia y cariño. Les enseñó cómo ponerse el casco, cómo subirse a la bici, cómo pedalear y frenar. Al principio, algunos niños se caían o perdían el equilibrio. Pero Karina los animaba a levantarse y seguir intentándolo.

Y poco a poco, todos fueron mejorando su técnica y ganando confianza. Cuando terminó el taller, los niños estaban felices y agotados. Habían aprendido algo nuevo e importante gracias al esfuerzo de Karina.

- ¡Gracias por enseñarnos! -dijeron varios de ellos mientras se despedían. Karina se sintió muy orgullosa de sí misma. Había logrado algo que nunca había imaginado: inspirar a otros para que también adoptaran un estilo de vida más saludable y sostenible.

Y lo había hecho simplemente siguiendo su pasión por la bicicleta.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!