Karina y la Magia del Tiempo



Karina era una niña muy especial. Tenía un gran corazón, siempre ayudaba a sus compañeros y enseñaba a los más pequeños en su escuela. Sin embargo, había un pequeño problema: Karina siempre llegaba tarde. A pesar de sus buenas intenciones, las campanas de la escuela solían sonar cuando ella apenas llegaba a la puerta.

Un día, su maestra, la señorita Ana, decidió hablar con Karina.

"Karina, querida, sabemos que siempre ayudas a los demás, pero es muy importante que llegues a tiempo. Muchas veces perdemos tiempo valioso para aprender a causa de las llegadas tardías" - dijo con una sonrisa.

Karina asintió, un poco avergonzada, y prometió hacer su mejor esfuerzo para llegar puntual. Sin embargo, al día siguiente, se encontró ayudando a su vecino don Alberto a encontrar a su perro perdido.

"No te preocupes, Karina. ¡Tú siempre eres tan amable!" - decía el anciano.

La niña sonriente, olvidó por completo el tiempo. Cuando finalmente llegó a la escuela, las campanas estaban sonando. La señorita Ana la miró, y Karina pudo ver que no se veía molesta, sino más bien comprensiva.

"¿Qué te sucedió hoy?" - preguntó la maestra.

"Se perdió el perro de don Alberto, y necesitaba mi ayuda para encontrarlo. No quería dejarlo solo en su búsqueda" - contestó Karina con sinceridad.

La señorita Ana la miró con admiración y le dijo:

"Eres muy buena amiga, Karina, pero necesitamos buscar una solución. Tal vez puedas ayudar a los demás y, a la vez, asegurarte de no llegar tarde. ¿Qué te parece si organizamos un grupo de ayuda después de las clases? Así puedes ayudar a quien lo necesite sin comprometer tu tiempo escolar" - propuso la maestra.

Karina se iluminó con la idea. ¡Eso era perfecto! Pudo ayudar a su vecino y también podría seguir siendo puntual en la escuela.

Desde ese día, Karina y sus amigos se reunieron después de clases para ayudar a quienes lo necesitaran en la comunidad. Hicieron tareas de limpieza en el parque, ayudaron a otros estudiantes con sus tareas y cuidaron a los animales del barrio.

Un día, mientras ayudaban a arreglar un parque, encontraron un viejo reloj de pared en el armario de la casita del árbol. Karina, al verlo, recordó los problemas que había tenido con el tiempo.

"¡Miren! Este reloj tiene números y agujas. Tal vez podamos arreglarlo y recordar la importancia de ser puntuales entre juegos y risas" - dijo Karina emocionada.

Los amigos trabajaron juntos para reparar el reloj. Con cada arreglo, se divirtieron mucho ayudándose entre ellos, y al final del día, el reloj volvió a funcionar perfectamente, marcando las horas con un sonidito agradable.

Karina decidió llevarlo a la escuela como un recordatorio especial de su compromiso de ser puntual.

"De ahora en más, este reloj será nuestro guardián del tiempo. Nos recordará que siempre hay tiempo para ayudar, pero también tenemos que respetar nuestros horarios escolares" - explicó Karina al mostrarlo a la señorita Ana.

La maestra sonrió con orgullo.

"Karina, a veces tenemos que encontrar la manera de hacer todo. Estoy muy contenta de ver cómo has hecho de tu bondad un ejemplo para todos nosotros. ¡Ahora, a seguir aprendiendo!" - exclamó.

Desde entonces, Karina llegó puntual a la escuela, y todos la ayudaban a recordar la hora. Pero cada tarde, después de clases, el grupo de amigos seguía ayudando a quienes lo necesitaban en el barrio, ¡y con la ayuda del reloj, nunca llegaban tarde!

Karina aprendió que ser buena es maravilloso, pero también es importante gestionar bien el tiempo. Así, su corazón seguía lleno de amor, y su vida se llenó de grandes aventuras que compartía con sus amigos, siempre listos a ayudar y estar a tiempo.

FIN.

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