Karla y la Fotografía Mágica



En una pequeña ciudad rodeada de montañas y ríos, vivía una niña llamada Karla. Desde muy chiquita, Karla tenía un amor profundo por la fotografía. Cada vez que su papá le regalaba un rollo de película para su cámara, era como si le regalara el mundo entero.

Un día, la maestra de arte, la señorita Sofía, anunció un concurso de fotografía. El premio sería nada menos que el título de "Mejor Foto del Mundo" y la posibilidad de exponer la foto ganadora en la galería más grande de la ciudad. Karla, entusiasmada, decidió participar.

- “Voy a fotografiar la belleza de nuestra ciudad”, - dijo Karla con una gran sonrisa.

Se pasó días explorando los lugares más hermosos: el parque lleno de flores, el río brillante bajo el sol y las montañas que se alzaban majestuosas. Sin embargo, había un lugar particular que la cautivaba más que los demás.

Una mañana, mientras caminaba por un sendero en el bosque, Karla encontró un claro iluminado por el sol. En el centro, había un árbol grande y antiguo, cuyas ramas parecían tocar el cielo. En ese instante sintió que era el lugar perfecto para su foto.

Karla se preparó, colocó su cámara y tomó la foto. Era simplemente mágica. Con el corazón latiendo fuerte, supo que había capturado algo especial.

Días después, llegó el momento del concurso. Todos los niños de la clase presentaron sus fotos. Cuando la señorita Sofía comenzó a mostrar las imágenes, Karla sentía que su estómago se llenaba de mariposas.

- “Ahora, la última foto, la que ha tocado mi corazón de una manera especial…” - dijo la maestra, mientras Karla se agarraba del asiento.

La imagen del árbol apareció en la pantalla y todos quedaron maravillados. - “¡Es hermosa! ” - exclamó un compañero, mientras que otro dijo: - “¡Parece un cuento! ”

Finalmente, la señorita Sofía se dirigió a la clase. - “Y el premio a la mejor foto del mundo es para… ¡Karla! ”

La emoción la invadió. Karla saltó de su asiento mientras su corazón explotaba de felicidad.

- “¡Gracias! ¡No puedo creerlo! ” - gritó Karla riendo y abrazándose a sí misma. La maestra le entregó un pequeño trofeo, y Karla se sintió tan orgullosa.

Pero no todo fue fácil después de eso. Al día siguiente, Karla se dio cuenta de que sus amigos comenzaban a mirarla de manera diferente. Algunos hablaban a sus espaldas, y otros la dejaban de lado.

- “Karla, ahora sos la chica de la mejor foto. Ya no podés jugar con nosotros”, - le dijo una amiga.

Karla se sintió muy triste. Pensó que aquellos amigos no estaban contentos por su logro, sino que estaban celosos. Decidió alejarse y concentrarse en su fotografía. Sin embargo, algo dentro de ella le decía que debía hacer algo diferente.

Una tarde, tuvo una idea. Organizó una exposición con todas las fotos de sus compañeros, además de su propia foto del árbol. Convocó a todos en la escuela, y les explicó: - “Quiero mostrar las bellezas que todos hemos capturado. Cada uno tiene una historia, una perspectiva única. ¡Vengan a ver! ”

El día de la exposición, creó un hermoso ambiente con luces y flores. Todos estaban muy emocionados y asombrados al ver sus propias fotos en la misma galería que la de Karla.

- “¡Mirá! ¡Mi perro en la playa! ” - dijo uno de sus amigos, mientras todos reían y compartían historias.

Karla, al ver esa alegría, sintió que su corazón se llenaba de felicidad. Al final de la jornada, sus compañeros se acercaron a ella. - “Perdón, Karla. Nos pusimos celosos, pero lo que hiciste es genial. Nos hiciste sentir importantes.”

Karla sonrió y les respondió: - “No quería ser la única. Todos somos artistas a nuestra manera y merecemos ser vistos.”

Desde ese día, la amistad de Karla y sus compañeros se fortaleció. Aprendieron a valorar el trabajo en equipo y la importancia de celebrarse mutuamente, en lugar de competir entre sí. Karla siguió tomando fotografías, pero ahora, capturaba también momentos con sus amigos y las risas compartidas.

Un año después, Karla participó de un nuevo concurso, pero esta vez, se presentó con un proyecto en colaboración con sus amigos. Su foto, aunque no ganó el premio, les enseñó a todos que la verdadera magia no está en ser el mejor, sino en compartir la belleza del mundo con quienes más amamos.

FIN.

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