Katy, la cotorra valiente



Había una vez una cotorra llamada Katy, que era la mascota más alegre y divertida de toda la casa.

Vivía en una jaula grande y colorida, donde tenía todo lo que necesitaba para ser feliz: juguetes, comida y agua fresca. Un día, mientras su dueña preparaba la cena en la cocina, Katy escuchó un ruido muy fuerte de platos que chocaban entre sí. Asustada por el sonido inesperado, comenzó a gritar sin parar.

- ¡Katy! ¿Qué pasa? -preguntó su dueña preocupada al acercarse a su jaula-. Tranquila, solo estaba lavando los platos. Pero Katy seguía asustada y no dejaba de chillar. Su dueña intentó calmarla con palabras dulces y caricias suaves, pero nada parecía funcionar.

- Creo que necesita algo más -pensó su dueña-. Tal vez necesite conocer nuevos amigos como ella. Decidió entonces buscar en internet otras cotorras cercanas para poder presentárselas a Katy.

Después de algunas búsquedas encontró a dos cotorras muy simpáticas llamadas Pepito y Lola. Organizó un encuentro entre las tres mascotas en un parque cercano. Al principio Katy estaba nerviosa por conocer nuevas aves, pero poco a poco se fue sintiendo más cómoda con sus nuevos amigos.

Comenzaron a jugar juntas e imitar los sonidos del ambiente: el viento moviendo las hojas de los árboles o el trinar de otros pájaros cercanos.

Pronto se dieron cuenta de que tenían mucho en común y se convirtieron en grandes amigas. A partir de ese día, Katy ya no se asustaba con los ruidos fuertes, porque sabía que tenía a sus amigos cotorros para acompañarla y hacerle sentir segura.

Además, aprendió a comunicarse mejor con su dueña y a confiar en ella. Desde entonces, las tres cotorras se reunían todos los días en el parque para jugar juntas y disfrutar del sol y la naturaleza.

Y Katy siempre recordaría aquel día en el que encontró nuevos amigos gracias al amor incondicional de su dueña.

FIN.

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