Kevin y Rommel en Kerani



En una mañana soleada en la pequeña ciudad de Ternura, Kevin, un niño curioso y valiente, decidió que era el día perfecto para explorar el misterioso bosque de Kerani. Siempre había escuchado historias sobre criaturas mágicas y aventuras emocionantes que ocurrían en ese lugar. Con un mapa viejo que había encontrado en el ático de su abuela, se puso su mochila, llenó una botella de agua y salió rumbo a Kerani.

Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, se sintió un poco nervioso. De repente, se topó con un pequeño zorro llamado Rommel, quien lo miraba con ojos brillantes y curiosos.

"Hola, humano. ¿Qué haces aquí?" - preguntó Rommel, moviendo su cola.

"Hola, zorro. Estoy buscando aventuras en el bosque de Kerani. ¿Conoces algún lugar emocionante?" - respondió Kevin, emocionado.

Rommel sonrió y dijo: "¡Claro que sí! Te llevaré al lago de la risa, donde las aguas brillan con colores mágicos. Pero cuidado, hay que ser valiente… y no hay que olvidarse de ser amable con todos en el camino."

Intrigado y listo para la aventura, Kevin siguió a Rommel. Mientras avanzaban, se encontraron con una familia de patos que estaban tratando de cruzar un pequeño arroyo.

"Parece que necesitan ayuda, Rommel" - comentó Kevin, mirando a los patos.

"Así es, Kevin. Si les ayudamos, quizás nos cuenten un secreto del bosque" - sugirió Rommel.

Kevin no dudó: "¡Vamos a ayudarlos!" - y con cuidado, él y Rommel ayudaron a los patos a cruzar el arroyo, utilizando una rama como puente.

Los patos, agradecidos, les dijeron: "¡Gracias, amigos! Si siguen hacia el lago, no olviden hacer reír a las flores al cantarles un poco".

Kevin sonrió: "¡Claro que sí! Eso haremos. ¿Tienes alguna canción en mente, Rommel?"

Rommel ladró alegremente: "¡Cualquier cosa es buena para las flores!"

Continuaron su camino, cantando una divertida cancioncita sobre un pez que quería volar. Cuando llegaron al lago, el lugar era aún más hermoso de lo que Kevin había imaginado. Las aguas resplandecían con colores vibrantes que se reflejaban en el cielo.

"¡Es increíble!" - exclamó Kevin, maravillado por lo que veía.

Rommel se agitó emocionado: "¡Vamos a saltar al agua!"

Pero justo en ese momento, escucharon un ruido detrás de ellos. Era un grupo de búhos que parecían muy preocupados.

"¿Qué sucede, amigos?" - preguntó Rommel, acercándose.

Uno de los búhos, muy sabio, explicó: "Hemos perdido la joya de la inteligencia, necesario para que todo en el bosque funcione. Sin ella, las flores se marchitan y los animales están tristes. ¿Han visto algo raro?"

Kevin se sintió importante al querer ayudar: "Nosotros podemos encontrarla, ¡no se preocupen!"

Rommel asintió: "Sí, ¡seremos los mejores detectives!"

Los búhos les dieron algunas pistas y se internaron en el bosquecito, siguiendo huellas de un misterioso brillo. En su búsqueda, se encontraron con el travieso duende Damaris que estaba jugando con la joya.

"¡Eh! ¡Eso no es un juguete!" - exclamó Kevin.

Damaris se rió: "¡Pero es tan divertida! Les haré una pregunta; si la responden bien, se la devolveré".

"Está bien, pregunta lo que quieras" - dijo Rommel, mostrando su valiente cara.

El duende sonrió traviesamente: "¿Qué es lo que brilla más que el sol y no se puede atrapar?"

Kevin pensó un momento, cuando de repente recordó haber escuchado a su abuela hablar sobre los sueños.

"¡Son los sueños!" - respondió Kevin con orgullo.

Damaris aplaudió: "¡Correcto! Eres un chico listo. Tomen la joya, pero prométanme que la cuidarán y usarán sabiamente".

Al tomar la joya, el bosque cobró vida: las flores comenzaron a bailar y brotaron más colores. Los búhos se sintieron felices y volvieron a su hogar con el tesoro recobrado.

Kevin y Rommel regresaron a su casa, con una increíble historia que contar. Aprendieron que la verdadera aventura no siempre está relacionada con encontrar tesoros, sino con ayudar a los demás y ser valientes en situaciones difíciles.

"Gracias, Rommel. Hoy fue un día especial" - dijo Kevin, sonriendo.

"Y juntos viviremos más aventuras. Siempre hay algo nuevo por descubrir en Kerani" - respondió Rommel, dispuesto a seguir explorando.

Y así, con el corazón lleno de alegría y nuevas amistades, Kevin y Rommel miraron hacia el bosque, sabiendo que cada día podía ser una nueva aventura en Kerani.

FIN.

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