Keyri y el Zorro Astuto
Era un hermoso día en el pueblo de Flor de Cereza. Keyri, una niña curiosa y valiente, se preparaba con entusiasmo para ir a la escuela. Su mamá, Camila, le dio un beso en la frente y le dijo:
"¡Ten cuidado, Keyri! No te alejes demasiado del camino. Recuerda que siempre hay que estar atenta, por las dudas."
Keyri asintió con una sonrisa, sin pensar en nada más que en el día que la esperaba en el aula.
Mientras caminaba, una sombra rápida pasó a su lado. Era un zorro de pelaje brillante que la observaba con sus ojos astutos. Keyri no lo notó al principio y siguió su camino, pero el zorro la seguía sigilosamente.
Al llegar a la escuela, Keyri se sumergió en sus clases. Pero el zorro, astuto como era, se dio cuenta de que la pequeña había encontrado un lugar seguro. Así que esperó pacientemente, pensando en su plan para atrapar a Keyri.
A la hora del recreo, mientras los niños jugaban alegres, el zorro decidió que era el momento perfecto. Se acercó al patio y comenzó a hacer ruidos extraños, atrayendo la atención de los chicos.
"¿Qué fue eso?" - preguntó uno de los compañeros.
Los niños se acercaron al borde del patio y vieron al zorro pelirrojo que saltaba y giraba, como si les invitara a seguirlo. Keyri, intrigada, se sintió atraída por el movimiento del zorro. No dudó, y decidió salir un momento para investigar. Sus amigos la miraron con preocupación.
"¡Keyri, no vayas!" - gritaron, pero ya era tarde. Keyri, al ver al zorro tan simpático, se le olvidó el consejo de su mamá.
El zorro, aprovechando su curiosidad, la guió lejos de la escuela, hacia un bosque mágico que se encontraba cerca.
Keyri se dio cuenta de que había llegado muy lejos y, mirando por encima de su hombro, vio que había perdido de vista a sus compañeros.
"¡Espera, zorro!" - exclamó. Pero el zorro no la escuchó. En su mente, solo había un objetivo: llevar a Keyri a su castillo escondido en lo profundo del bosque.
Mientras tanto, Camila había comenzado a preocuparse. Al ver que su hija no regresó del colegio a la hora habitual, salió a buscarla,
"Keyri, ¿dónde estás?" - llamaba angustiada mientras caminaba por el camino hacia la escuela.
Camila decidió investigar el bosque al escuchar unos susurros que decían que una niña había entrado. Al llegar, se encontró con un grupo de niños que estaban asustados, contando cómo un zorro había engañado a Keyri para que lo siguiera. Camila se llenó de valentía.
"¡No se preocupen! Vamos a ir a buscarla juntos" - explicó, y así, un grupo de niños la siguió, repitiendo los consejos que su mamá siempre les daba: "Don’t panic, use your brains".
Mientras tanto, Keyri estaba atrapada tras los arbustos, con el zorro frente a ella en su castillo de ramas y hojas. El zorro, que no era tan amable como parecía, le dijo:
"Ahora estás aquí, y nadie vendrá a rescatarte!"
Keyri, aunque un poco asustada, decidió usar su astucia. Recordó que siempre había aprendido en la escuela la importancia de resolver problemas y mantenerse firme. Miró alrededor y vio que había varios caminos que se separaban del castillo.
"Suponiendo que me dejes salir, ¿podrías ser mi guía en este bosque? Puedo enseñarte sobre la amistad y cómo compartir tus tesoros" - le dijo Keyri. El zorro, intrigado por su propuesta, se detuvo a pensar.
"¿Amistad? ¿Qué es eso?" - preguntó el zorro, confundido.
Keyri decidió explicarle el concepto. Le habló de lo que significa tener amigos y lo divertido que puede ser compartir aventuras junto a otros. El zorro, tocado por sus palabras, comenzó a reconsiderar su plan.
De repente, se escucharon voces. Era Camila y los amigos de Keyri que la buscaban. Keyri se sintió aliviada y gritó:
"¡Estoy aquí! ¡Ayúdenme!"
Cuando el zorro se dio cuenta de que estaba a punto de ser descubierto, se sintió vulnerable y dijo:
"No quiero ser un enemigo. ¿Podemos encontrar una manera de ser amigos?"
Camila, al escuchar eso, se acercó.
"La amistad no puede ser forzada. Pero siempre es bueno pedir disculpas y aprender de nuestros errores" - le dijo con una sonrisa. El zorro se sonrojó y se disculpó con Keyri. La pequeña, generosa y sabia, aceptó sus disculpas.
"Está bien, todos podemos aprender. Ahora, ¿puedes ayudarnos a volver al camino?" - propuso Keyri.
El zorro, aliviado de no estar solo, los guiaba de vuelta, encontrando caminos seguros para regresar al pueblo. Camila agradeció al zorro y le dijo:
"Recuerda, la amistad es un camino que se construye día a día. Y si alguna vez necesitas compañía, aquí estaré."
Desde entonces, el zorro se convirtió en un amigo más del pueblo, dispuesto a ayudar siempre a los niños. Keyri también aprendió que a veces, el miedo puede ocultar a alguien que solo busca ser comprendido. Camila le sonrió a su hija y le dijo:
"Siempre sigue tu instinto y la sabiduría de tu corazón, cariño."
Y así, Keyri volvió a casa, con su madre y un nuevo amigo zorro en sus corazones, listos para nuevas aventuras.
La historia de Keyri nos enseña sobre la valentía, la importancia de la amistad y cómo nunca se debe dejar de aprender, incluso de aquellos que parecen ser diferentes.
FIN.