Kiki y el gran viaje de las hojas verdes



En un hermoso día de verano, Kiki, la koala gris, se despertó en su árbol favorito. Con sus enormes oídos redondos asomando entre las hojas, miró hacia el cielo azul y sintió una brisa suave que le acariciaba su pelaje.

"¡Buenos días, mundo!" dijo Kiki estirándose perezosamente. Luego se sentó y comenzó a buscar su desayuno.

"Hoy quiero unas hojas bien frescas" pensó mientras buscaba entre las ramas.

Después de una deliciosa comida, Kiki sintió que algo faltaba.

"¿Y si veo qué hay más allá del bosque?" se preguntó, inquieta. La idea de una aventura la llenaba de emoción.

Con el corazón palpitante, comenzó su viaje. Saltaba de rama en rama mientras disfrutaba del paisaje. De repente, escuchó un llanto.

"¿Quién llora?" se preguntó. Kiki siguió el sonido y encontró a un pequeño canguro atrapado entre unas ramas.

"¡Hola! Soy Kiki. ¿Te encuentras bien?" preguntó con suavidad.

"¡No! Estoy atrapado y no puedo salir!" respondió el canguro, asustado.

Kiki, aunque pequeña, sabía que tenía que ayudar.

"No te preocupes, voy a buscar a alguien que nos ayude" dijo mientras se apresuraba a buscar ayuda.

En su camino, Kiki se cruzó con su amiga la tortuga.

"¡Hola, Kiki! ¿A dónde vas tan rápido?" preguntó la tortuga.

"Un canguro está atrapado y necesito ayuda para liberarlo. Ven conmigo, por favor!"

La tortuga sonrió y le dijo:

"Claro, juntas somos más fuertes. Vamos a ayudarle!"

Al llegar, Kiki y la tortuga vieron que el pequeño canguro seguía atrapado. Juntas, comenzaron a mover las ramas.

"¡Uno, dos, tres!" contaron unidas. Con mucho esfuerzo, lograron liberar al canguro.

"¡Gracias, gracias!" dijo el canguro, saltando de felicidad.

"De nada. Siempre es bueno ayudar a un amigo" respondió Kiki con una sonrisa.

"Deberías unirte a nosotros en nuestras aventuras. Haremos un gran equipo!" sugirió el canguro.

Kiki aceptó, y pronto se unieron más amigos: un lorito curioso y un pequeño koala. Juntos exploraron los rincones del bosque, descubriendo nuevas ramas para jugar y hojas para probar.

"¡Miren, por ahí hay árboles que nunca hemos visto!" exclamó el lorito.

"Vamos a investigarlos!" dijo Kiki emocionada.

Exploraron, jugaron y se hicieron grandes amigos. Pero un día, mientras estaban en una nueva parte del bosque, se dieron cuenta de que había mucha basura tirada por todas partes.

"¡Oh no! Esto no está bien" se quejó el canguro.

"Debemos hacer algo al respecto" propuso Kiki.

Así, Kiki y sus amigos decidieron organizar un plan.

"Cada uno podrá recoger algo, así ayudaremos a nuestro hogar" dijo la tortuga.

Y así fue. Todos juntos, spentieron una tarde recogiendo basura, y para su sorpresa, su pequeño esfuerzo hizo una gran diferencia.

"¡Miren qué bonito ha quedado!" dijo el lorito, admirando el bosque limpio.

Kiki y sus amigos sentían una gran satisfacción.

"Hicimos un gran trabajo. Unity es la fuerza!" exclamó Kiki con orgullo.

Desde ese día, Kiki no solo exploró el bosque, sino que también se aseguró de que fuera un lugar hermoso y limpio. La aventura de ayudar a sus amigos los llevó a aprender que trabajando juntos, pueden superar cualquier dificultad y cuidar de su hogar. Kiki comprendió que todo pequeño gesto cuenta y que cada amigo hace la diferencia.

Y así, Kiki vivió muchas más aventuras, siempre con una pequeña bolsa para recoger basura y una sonrisa en el rostro. ¡Porque ayudar a otros es el mayor regalo de todos!

FIN.

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