Kiki y su aventura en el bosque
Había una vez un pequeño oso koala llamado Kiki, que vivía en el bosque junto a su familia. Un día, mientras jugaba con sus amigos, se distrajo y se alejó demasiado de su hogar.
Pronto se dio cuenta de que estaba perdido y no sabía cómo volver. Kiki comenzó a llorar y a buscar desesperadamente a su mamá. Pero no había rastro de ella por ninguna parte.
Sin saber qué hacer, decidió quedarse quieto para esperar ser encontrado. Por suerte, unos excursionistas lo encontraron y lo llevaron al centro de rescate de animales más cercano. Allí, los cuidadores del centro trataron de encontrar la forma de devolverlo a su hogar.
Después de investigar un poco, descubrieron que la madre de Kiki había sido vista en un árbol cercano al lugar donde fue encontrado. Decidieron llevarlo allí para intentar reunirlos.
Cuando llegaron al árbol donde supuestamente estaba la madre koala, descubrieron que estaba herida y no podía bajar del árbol para reunirse con su hijo. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora?"- exclamó uno de los cuidadores preocupados. "No te preocupes"- dijo otro cuidador-. "Podemos ayudarla si trabajamos juntos".
Así fue como todos los cuidadores se pusieron manos a la obra para construir una rampa hasta el árbol donde se encontraba la madre koala herida. Una vez terminada la rampa, pudieron subir hasta ella y curar sus heridas.
Finalmente, después de algunos días en el centro médico veterinario recuperándose ambos estaban listos para volver a casa. Kiki estaba muy feliz de haber encontrado a su madre y juntos comenzaron un largo camino de regreso a casa. Durante el camino, tuvieron muchas aventuras emocionantes.
Cruzaron ríos, treparon árboles altos y conocieron muchos otros animales del bosque. "Mamá, nunca más me alejaré tanto de ti"- dijo Kiki mientras caminaban juntos. "No te preocupes cariño, aprendiste una gran lección.
Siempre debes estar atento y no alejarte demasiado de tu hogar", respondió su madre con amor. Finalmente llegaron al árbol donde vivían y fueron recibidos por toda la familia koala. Estaban todos muy felices de verlos juntos otra vez.
Desde ese día, Kiki siempre se aseguró de estar cerca de su mamá y nunca volvió a perderse en el bosque.
Y aunque había tenido miedo y tristeza, gracias a la ayuda de los cuidadores del centro médico veterinario había aprendido que en momentos difíciles siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos si trabajamos juntos para encontrar soluciones.
FIN.