Kiko y las alas mágicas



El kiwi se llamaba Kiko y era un pájaro muy curioso y valiente. Siempre miraba al cielo con anhelo, deseando poder volar como las otras aves que veía pasar por encima de él.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Kiko escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Se acercó con cautela y descubrió a una mariposa herida que no podía volar.

Sin dudarlo, Kiko se acercó a la mariposa y le preguntó qué le había sucedido. "Me lastimé una de mis alas y ahora no puedo volar para buscar néctar ni regresar a mi hogar", dijo la mariposa con tristeza. Kiko sintió empatía por la mariposa y decidió ayudarla.

Con cuidado, tomó la ala dañada entre sus patas y comenzó a repararla utilizando hojas y ramitas del bosque. Pasaron horas trabajando juntos hasta que finalmente la ala de la mariposa quedó completamente arreglada.

"¡Muchas gracias, Kiko! Ahora podré volver a volar", exclamó la mariposa emocionada. La mariposa extendió sus alas y se elevó en el aire, revoloteando felizmente alrededor de Kiko. El pájaro kiwi sonreía al verla recuperar su libertad para volar.

De repente, una hada del bosque apareció frente a Kiko y la mariposa como recompensa por su acto de bondad. El hada les dijo que les concedería un deseo a cada uno como muestra de gratitud. "Yo deseo poder volar como las demás aves", pidió emocionado Kiko.

El hada asintió con una sonrisa y tocó suavemente el cuerpo del kiwi con su varita mágica. En ese instante, unas hermosas alas coloridas crecieron en la espalda de Kiko.

El pájaro kiwi no podía creerlo, ¡finalmente podría cumplir su sueño de volar!"Gracias, hada amable", dijo Kiko lleno de alegría. Lleno de emoción, extendió sus nuevas alas y se elevó en el cielo azul junto a la mariposa que había ayudado antes.

Juntos surcaron los cielos de Nueva Zelanda, explorando nuevos horizontes y viviendo aventuras inolvidables. Desde ese día, Kiko aprendió que siempre es bueno ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, ya que las buenas acciones pueden traer grandes recompensas inesperadas.

Y así fue como el pájaro kiwi logró cumplir su sueño gracias a su valentía, generosidad y amistad hacia los demás habitantes del bosque.

FIN.

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