Kim Luna y el corazón de oro



Érase una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Kim Luna. Era conocida por su belleza y su risa contagiosa, pero todo cambió cuando el príncipe Yael, de un reino vecino, decidió dejarla por la princesa Diana. Desde ese día, Kim Luna se volvió seria y egoísta, su corazón roto se transformó en un puño de furia.

"Voy a hacerles pagar por lo que me hicieron", juraba mientras miraba la luna desde su balcón.

Un día, al caminar por los jardines de su castillo, se encontró con un campesino llamado Mateo. Él estaba recolectando flores silvestres, ajeno a la tristeza de la princesa.

"¿Qué haces aquí?" - le preguntó Kim Luna, con desdén. "¿Por qué no te vas a trabajar?"

Mateo, sonriendo, le respondió. "Yo estoy buscando flores para un ramillete. Las cosas más simples pueden alegrar el día."

Kim Luna apenas lo escuchó, pero sus palabras resonaron en su mente. Decidió seguirlo un poco, curiosa por su alegría. Al pasar por un campo de girasoles, se detuvo.

"¡Mirá qué preciosos son!" - exclamó Mateo. "¿No te parecen hermosos?"

"No. Son solo girasoles", respondió ella, intentando mantener su mente cerrada a cualquier emoción.

Pero Mateo, con su entusiasmo natural, empezó a explicarle.

"Cada girasol sigue la luz del sol, Kim. Nunca miran hacia atrás. Siempre hacia adelante. Así como debemos hacer nosotros."

Las enseñanzas de Mateo comenzaron a abrir un pequeño rayo de luz en el oscuro corazón de Kim. Aún así, su deseo de venganza no desaparecía. Así que urdió un plan. Se disfrazó de campesina y decidió infiltrarse en el reino de Yael y Diana para hacerles una broma que los avergonzara. Sin embargo, Mateo, quien había comenzado a hacerse amigo de Kim, la siguió.

"No es así como se arreglan las cosas, Kim. La venganza no trae felicidad. Recuerda lo que me dijiste sobre los girasoles", le dijo.

Ella lo ignoró y se adentró en el reino donde se encontró con Yael y Diana. Con una risita malévola, se acercó a ellos y, en el fondo, su corazón latía fuerte.

"Hola, príncipes. ¿Vieron a la vaca que se perdió por aquí? Decían que tenía la llave del tesoro", dijo Kim con picardía.

Yael, sorprendido por la pregunta, la miró de arriba abajo. "¿Quién eres tú?"

"Solo una campesina aventurera", respondió ella, manteniendo su disfraz.

En ese momento, la lengua del destino giró. Mientras hablaban, una luz brilló en la mirada de Kim Luna, algo en su interior comenzó a cambiar. Se percató de que su rencor no la llevaba a ninguna parte. Dándose cuenta de que la felicidad de otros no afectaba su bienestar, decidió abandonar su venganza.

"¿Sabés? Creo que he cometido un error. No necesito venganza, sólo necesito encontrarme a mí misma" - dijo Kim, liberando su disfraz y dejando salir su verdadero yo.

Mateo la observaba con una gran sonrisa, y pronto, Yael y Diana también se unieron, compartiendo risas y poniendo a un lado los resentimientos. En un instante, Kim comprendió que lo que realmente anhelaba no era venganza, sino amistad y amor.

Esa noche, todos se reunieron bajo las estrellas y Kim Luna dejó de pensar en el dolor del pasado. Aprendió que la bondad, la humildad y la alegría compartida eran mucho más poderosas que el odio. Desde ese día, la princesa Kim Luna comenzó a cambiar su reino, llenándolo de flores, risas y amor, guiada por el brillante ejemplo de su amigo Mateo y, por supuesto, en compañía de sus nuevos amigos, Yael y Diana.

Y así, el reino floreció como un campo de girasoles, siempre mirando hacia la luz del futuro, recordando que los corazones son más fuertes cuando se llenan de amor en lugar de venganza.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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