Kira y el Poder de la Amistad
En un vecindario lleno de perros y gatos, vivía Kira, una perrita negra con un corazón enorme. Siempre estaba lista para jugar, saltar y hacer nuevos amigos en el parque. Su pelaje negro brillaba bajo el sol, mientras trotaba felizmente por la verdosa pradera.
Un día, mientras Kira se divertía persiguiendo mariposas, escuchó unos ladridos fuertes y feroces provenientes de un grupo de perros que nunca había visto.
"¿Quiénes son esos?" - se preguntó Kira, llena de curiosidad.
Decidió acercarse, pero apenas dio un paso, un perro grande y animal se le acercó con una mirada amenazante.
"¿Qué haces aquí, perrita? Este es nuestro lugar. ¡Fuera!" - advirtió el perro, mostrando sus dientes afilados.
Kira se sintió pequeña y asustada, pero no quería que eso arruinara su día. Así que, con una voz temblorosa, respondió:
"Solo quería jugar. No quería molestarles."
Los otros perros comenzaron a reírse de ella. Uno de ellos, un perro canela llamado Rex, se puso al frente y dijo:
"Aquí no hay lugar para perros débiles como vos. ¡Váyase!"
Kira se dio la vuelta y con el corazón pesado, se alejó de aquel grupo. Volvió al parque, donde sus amigos de siempre, Lucas, el gato travieso, y Mina, la perra dalmatiana, la estaban esperando.
"¿Qué pasó, Kira? Te vi con esos perros. Parecen bravucones" - dijo Lucas, mientras movía su cola con preocupación.
"Me dijeron que me fuera. Dicen que soy débil y que no tengo derecho a jugar aquí" - respondió Kira, con lágrimas en los ojos.
Mina, que siempre era valiente, se acercó a Kira y le dijo:
"No les hagas caso. A veces, los bravucones son simplemente inseguros. No necesitás su aprobación para ser feliz."
Kira se sintió un poco mejor, pero aún le preocupaba la idea de que aquellos perros podían volver. Justo en ese momento, se oyó un fuerte ruido.
"¿Escucharon eso?" - preguntó Lucas, alertado.
Todos miraron hacia un lado del parque y vieron que los perros bravucones estaban causando problemas. Un pequeño perrito intentaba jugar con una pelota, pero ellos lo empujaron y lo hicieron llorar.
"¡Eso no se hace!" - exclamó Kira, sin pensarlo dos veces. Decidió que ya era hora de plantarle cara a la situación.
"¡Basta! ¡No está bien lastimar a otros!" - ladró Kira con fuerza, mientras se acercaba al grupo.
Los perros la miraron sorprendidos. Rex se rió nuevamente:
"¿Y qué vas a hacer, Kira? ¿Asustarnos con esos lametones?"
"No, no quiero pelear. Solo quiero que entendáis que no está bien lo que hacen. Todos tenemos derecho a jugar y ser felices" - replicó Kira, con valentía.
Lentamente, otros perros comenzaron a acercarse, interesados en lo que Kira estaba diciendo.
"Yo creo que tiene razón. No está bien lastimar a otros por diversión" - dijo una perra gris que se había mantenido al margen.
Rex, confundido, miró a su alrededor y notó que más perros estaban de acuerdo con Kira.
"¡Esto no se trata de ustedes! Es solo un juego" - replicó, pero su voz sonaba menos segura.
Kira, viendo que había hecho compañeros, decidió utilizar esa oportunidad.
"Jugamos juntos. Podemos divertirnos sin lastimarnos. ¡Vamos!"
Los perros comenzaron a discutir, hasta que uno por uno, comenzaron a apartarse de Rex y se unieron a Kira.
"¡Sí! ¡Vamos a jugar todos juntos!" - gritaron, emocionados.
Con una actitud renovada, Kira propuso un juego de escondidas. Los perros bravucones se unieron, y pronto, el parque se llenó de risas y ladridos alegres. Rex se dio cuenta de que su comportamiento no le había traído a ninguna amistad.
Al final del día, mientras el sol se ponía, Kira dejó escapar una sonrisa. Había aprendido que la valentía y el amor pueden transformar hasta los corazones más duros.
Y así, Kira se convirtió en la heroína del parque, mostrando a todos que se puede jugar con respeto y alegría. A partir de ese día, los perros malos se hicieron amigos de Kira, y el parque se llenó de risas y juegos, todos juntos, sin excepciones ni lastimaduras.
"La amistad, la bondad y la valentía son el verdadero poder", pensó Kira mientras se acomodaba en su lugar favorito del parque, cansada pero feliz.
FIN.