Kira y la Raíz de la Esperanza
En un reino dividido entre la luz y la oscuridad, Kira, un hada de suaves alas brillantes, vivía felizmente en el bosque iluminado por el sol. Sin embargo, un día su madre empezó a sentirse mal. Cada día que pasaba, su madre se veía más débil y apagada.
- Mamá, ¿qué te sucede? – preguntó Kira con preocupación.
- Mi querida Kira, necesito un remedio especial que solo se puede hacer con una raíz que crece en el lado oscuro, donde los árboles son altos y las sombras son profundas – susurró su madre, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Kira sabía que no podía rendirse. Decidida a encontrar esa raíz, se arregló con un vestido de hilos de luz y sus alas se llenaron de determinación.
- Iré a buscarla, mamá. ¡No te preocupes! – exclamó Kira.
Con un ligero aleteo, partió hacia el desconocido territorio de la oscuridad. Al llegar a la frontera, la luz comenzó a debilitarse y el aire se volvió más denso.
- Hola, pequeña hada – dijo una voz gruesa y profunda. Era Alif, el dragón que gobernaba la oscuridad. Su cola ondulaba con fuerza mientras sus ojos chispeaban con una luz tenue.
- Hola, Alif. Busco la raíz de la esperanza para curar a mi madre – dijo Kira con valentía.
- La raíz de la esperanza es muy valiosa – respondió Alif, con una mirada inquisitiva. – Pero ¿qué estás dispuesta a dar a cambio?
Kira pensó por un momento. No tenía mucho, pero decidió ofrecer algo que siempre había tenido en abundancia: amistad.
- Te ofrezco mi amistad y mi ayuda si alguna vez la necesitas – dijo Kira.
El dragón se rió, una risa profunda que resonó en el aire.
- No todas las criaturas del lado oscuro son malas, pequeña. Acepto tu oferta. Te llevaré a donde crece la raíz.
Kira se sintió aliviada y, tras seguir a Alif, se encontró en un bosque oscuro y misterioso, con árboles que parecían susurrar secretos. Después de un tiempo, llegaron a un claro donde la raíz brillaba débilmente entre la hierba.
- ¡Allí está! – gritó Kira, emocionada.
Pero cuando se acercó, se dio cuenta que estaba rodeada de espinas afiladas.
- No puedes simplemente tomarla. Deberás demostrar tu valentía – advirtió Alif.
- ¿Cómo? – preguntó Kira, su corazón latiendo con fuerza.
- Debes recoger la raíz sin dañar las espinas ni asustar a las criaturas que habitan aquí. Muchos lo han intentado y han fracasado al ser imprudentes – dijo Alif, sonriendo.
Kira respiró hondo. Con cuidado, comenzó a rodear las espinas, usando su magia para crear un suave resplandor que mantenía a las criaturas a raya. Con movimientos delicados, logró alcanzar la raíz, cuidando de no herir nada a su paso.
Finalmente, la raíz brilló intensamente en su mano.
- Lo lograste. Eres más valiente de lo que pensaba – le dijo Alif, admirado.
- Solo hice lo que tenía que hacer por mi madre – respondió Kira con una sonrisa.
Con la raíz en mano, Kira regresó a su hogar. Apenas llegó, preparó el remedio y se lo dio a su madre. En cuestión de horas, una luz volvió a brillar en su rostro.
- Gracias, Kira. Eres una hija maravillosa – dijo su madre abrazándola.
- No lo habría logrado sin la ayuda de Alif – mencionó Kira, recordando su aventura.
Desde ese día, Kira y Alif se convirtieron en amigos, comprobando que incluso en la oscuridad se puede encontrar la bondad. El reino comenzó a cambiar, y la luz y la oscuridad aprendieron a coexistir, compartiendo sus secretos y tesoros.
Y así, Kira no solo salvó a su madre, sino que también ayudó a unir dos mundos, mostrando que la valentía y la amistad pueden superar cualquier diferencia.
FIN.