Kisha, la perrita solidaria



Había una vez en una casa muy acogedora, una perrita llamada Kisha que era la consentida de la familia. Papá, mamá y la pequeña hija, Sofía, adoraban a Kisha con todo su corazón.

La perrita era juguetona, cariñosa y siempre estaba dispuesta a alegrarles el día con sus travesuras. Un día soleado, mientras la familia disfrutaba de un picnic en el jardín, Kisha correteaba felizmente persiguiendo mariposas. De repente, escucharon un ruido proveniente del arbusto cercano.

Todos se acercaron con curiosidad y descubrieron a un pajarito herido que no podía volar. "¡Pobrecito pajarito! ¿Qué le habrá pasado?", exclamó preocupada Sofía. Papá tomó al pajarito con cuidado y lo examinó.

Parecía tener una ala lastimada y necesitaba ayuda urgente. La familia decidió llevarlo dentro de casa para brindarle los primeros auxilios. "Kisha, tú eres muy buena cuidando a los demás.

¿Qué te parece si nos ayudas a cuidar al pajarito hasta que se recupere?", propuso mamá. La perrita movió la cola emocionada y asintió con entusiasmo. Durante días, Kisha estuvo al lado del pajarito herido dándole calor y protección.

Lo observaba atentamente para asegurarse de que estuviera bien alimentado y cómodo. Con el pasar de las semanas, el pajarito se recuperó gracias a los cuidados amorosos de Kisha y la familia.

Un día soleado, cuando finalmente pudo volar nuevamente, revoloteó por toda la habitación como muestra de alegría antes de salir por la ventana hacia su libertad. La familia observaba maravillada cómo el pajarito emprendía vuelo hacia el cielo azul. Sofía abrazó fuertemente a Kisha sintiendo orgullo por haber ayudado a salvar al pequeño ser indefenso.

"Gracias por enseñarnos sobre compasión y solidaridad, querida Kisha", expresó papá acariciando su cabeza peluda.

Desde ese día en adelante, Kisha siguió siendo la consentida de la familia pero también se convirtió en un ejemplo vivo de bondad hacia los demás seres vivos que compartían el mundo junto a ellos. Y así concluye esta historia donde una mascota tan especial como Kisha demostró que incluso los más pequeños pueden hacer grandes actos de bondad cuando actúan desde el corazón lleno de amor.

FIN.

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