Kitty y el cerdito valiente


Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Kitty. Kitty era una niña muy especial, tenía el pelo largo y rizado, de un hermoso color negro como la noche.

Pero lo que hacía a Kitty aún más especial era su inseparable compañero, un cerdito con cara tierna al que había nombrado Kitty. Kitty recibió a su cerdito como regalo de cumpleaños cuando cumplió 10 años. Desde ese día, ambos eran inseparables.

El cerdito Kitty seguía a la niña a todas partes, gruñendo feliz cada vez que ella le acariciaba la cabeza.

La conexión entre ellos era tan fuerte que incluso dormían juntos todas las noches, con el dedito de Kitty llamado Pato siempre cerca. La rutina diaria de Kitty y su cerdito era única. Por las mañanas, después de desayunar juntos, Kitty peinaba el pelaje del cerdito con cuidado y lo llevaba a pasear por el campo.

Durante el día, compartían juegos y travesuras mientras se reían sin parar. Por las tardes, antes de la cena, Kitty bañaba a su cerdito con agua tibia y lo secaba con delicadeza. Una noche oscura en el pueblo ocurrió algo inesperado.

Mientras dormían plácidamente abrazados, escucharon un ruido extraño afuera de la casa. El cerdito Kitty se despertó sobresaltado y gruñó asustado. "Tranquilo mi querido amiguito", susurró Kitty acariciando suavemente al cerdito en busca de calmarlo.

El ruido continuaba afuera y parecía acercarse cada vez más a la casa. Sin pensarlo dos veces, Kitty decidió levantarse valientemente para investigar qué pasaba. "Quédate aquí mi amiguito", le dijo antes de salir de la habitación.

Con paso decidido pero tembloroso por los nervios, salió al pasillo oscuro y siguió el sonido hasta llegar a la puerta principal. Al abrir lentamente la puerta, descubrió que solo se trataba del viento moviendo unas ramas contra la ventana.

Aliviada por haber resuelto el misterio, regresó corriendo hacia su habitación para contarle todo al cerdito Kitty. Sin embargo, al entrar se dio cuenta de que él ya no estaba allí. "¡Cerdito! ¡Cerdito!" gritaba desesperada buscándolo por toda la casa.

Finalmente lo encontró en el patio trasero del hogar junto a Pato en brazos mirando las estrellas brillantes en el cielo nocturno. "¿Por qué te escapaste así? ¡Estuve tan preocupada!", exclamó Kitty abrazándolos con fuerza.

El cerdito le miró tiernamente con sus ojos brillantes como si quisiera decirle algo sin palabras: "Gracias por cuidarme siempre". Desde esa noche tan emocionante para ambos aprendieron que juntos podían superar cualquier obstáculo o miedo que se presentara en sus vidas.

La amistad entre una niña llamada Kitty y su fiel compañero animal sería recordada por siempre en aquel pequeño pueblo como un ejemplo inspirador para todos los niños y niñas que sueñan con tener un amigo tan especial como ellos dos lo eran.

Dirección del Cuentito copiada!